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El que actualmente se conoce como leiv motiv de las crónicas del Rey Arturo y los Caballeros de la mesa Redonda ha terminado por trascender el universo arturiano y ha generado una mitología propia, tan sugerente como muchas veces exagerada, de enorme atractivo imaginativo. La consecución del Cáliz de Cristo, la reliquia de las reliquias, fue el fin último de las andanzas de Arturo y sus huestes, aunque esto solo hizo su aparición al final de la construcción del ciclo artúrico. Mitos paganos e influencia de otras leyendas y tradiciones forjaron la leyenda del Santo Grial.
El Mito del Santo Grial, identificado o no con el Rey Arturo, es uno de los más evocadores de la cultura occidental y fuente de numerosas teorías, la mayor parte de ellas fantasiosas, de contenido grandilocuente. El Santo Grial, como es sabido, tuvo su origen en las leyendas del rey Arturo, a las cuales se incorporó de manera bastante tardía ya cuando prácticamente todos los elementos centrales artúricos (
La primera vez que el concepto del Grial aparece en las leyendas arturianas fue en el Conte dul Graal, de Chrétien de Troyes, en el siglo XII, en el cual aparecía por primera vez el personaje de Perceval. Este relato estaba inspirado en la leyenda galesa (posteriormente extendida a toda Gran Bretaña y Francia) de Peredur también del siglo XII, de la cual aparecen casi todos los elementos del relato de Chrétien a excepción del objeto maravilloso que deberá conseguir el héroe, Perceval: el Graal. En el relato de Chrétien de Troyes, el Graal (aún no llamado Santo), aún no tiene carácter de reliquia ni de objeto sagrado. El autor no señala de qué se trata, y tampoco pudo concluir la historia de Perceval en el castillo del Rey Pescador ya que murió repentinamente sin terminar su escrito. El origen del Grial en el ciclo de Arturo tiene pues un origen alejado del cristianismo y de cualquier alusión a la copa de la Última Cena. Ya existía sin embargo en Inglaterra la leyenda de San José de Arimatea y el Cáliz de Cristo, pero como se ve ambas historias no tiene ninguna relación. Su “fusión” tuvo lugar a partir del siglo XIII, incorporándose la búsqueda de la sagrada copa por parte de los caballeros de Arturo a la historia del mítico rey. Hasta entonces, a la copa de José de Arimatea no se le denominaba Grial, aunque a partir de la incorporación de la leyenda arturiana a este mito cristiano, el término “Santo Grial” será por el que se conozca universalmente a la reliquia.
No se sabe muy bien que es a lo que se quiso referir Chrétien con su Graal ni de donde tomó dicho término. Se dice que puede venir del vocablo latino graaus, que hace referencia a un objeto resplandeciente o de gradalis, palabra también latina que hace referencia a un plato de metal. También se afirma que viene de cratella, cuenco o vasija en latín. Es muy probable, no obstante, que el término venga de una antigua palabra bretona que indica algo agradable de poseer. El hecho de que Graal recordase a las denominaciones latinas de plato, cuenco o utensilios parecidos es lo que sin duda llevó a los continuadores de Chrétien a considerar que el Graal era la copa de San José de Arimatea. Por supuesto, no hay fundamento alguno de teorías etimológicas que consideran el término Santo Grial en su conjunto derivado de formas comunes como sang réal (sangre real). La historia de Peredur, de la que Chrétien tomo su Cuento del Grial, guarda relación con algunas tradiciones orales célticas, tanto galesas como irlandesas, en las que figuran conceptos muy recurridos en la mitología celta como el del Caldero de
El origen pagano del Grial o Graal es pues el más probable, ya que en todas las versiones de la historia el objeto tiene poder talismánico y puede proporcionar la salud y el rejuvenecimiento, algo que ya aparecía en diversos objetos y talismanes de los cuentos célticos. También hay que señalar que no siempre el Graal se identificó como el sagrado cáliz y que esto no ocurrió hasta el siglo XIII; anteriormente los diferentes autores consideraron al objeto como una piedra o una copa ordinaria, aunque prodigiosos, como elcaldero de la abundancia céltico. La historia de Peredur no cita ningún objeto maravilloso, pero autores que desarrollaron esta historia desde Chrétien tuvieron en cuenta el mito del caldero y pronto se convertiría, por asociación de ideas (un recipiente milagroso y preciado) en el cáliz de San José de Arimatea, un objeto más que mágico, divino.
En el Cuento del Graal (finales del siglo XII), Chrétien de Troyes cuenta la historia de Perceval y el Grial desprovista de cualquier significación religiosa: Perceval, recién nombrado caballero, se ausentó de Caerleon en busca de aventuras que demostrasen sus meritos ante su nuevo señor, Arturo, llegando a un fabuloso castillo,el castillo de las Maravillas. El joven guerrero, que se crió rústicamente pese a ser hijo de un rey, fue advertido por Gonemans, su maestro de armas, de que nunca preguntase mucho. Su anfitrión en el castillo es el herido Rey Pescador, quien doliéndose de su males y en medio de un clima de total silencio hace desfilar ante el caballero una serie de objetos durante la cena, entre ellos un indefinido Graal portado por una doncella el cual irradiaba una luz prodigiosa. Perceval no dice nada ante los objetos (un candelabro, una espada la cual se le entrega). A la mañana siguiente y una vez fuera del castillo, Perceval, recriminado por varios misteriosos personajes, se da cuenta que si hubiese preguntado algo sobre al naturaleza de los objetos, el Rey Pescador hubiese sanado y su reino hubiese prosperado. En este relato, no se cuenta el origen ni la naturaleza de los objetos que vio Perceval durante la cena y el Graal no vuelve a aparecer ya más una vez terminada la aventura del castillo.
Robert de Boron, a principios del XIII, retoma la historia de Perceval y el Graal, y este ya es llamado Santo Graal, y aunque sigue sin indicarse lo que es, se intuye que el susodicho es un recipiente de algo, además de una reliquia santa. No obstante, Boron termina en 1202 su romance en francés sobre José de Arimatea, en donde cuenta la leyenda del discípulo de Cristo que recoge en el cáliz de la Última Cena la sangre de Jesús y peregrina hacia las islas donde esconde el cáliz y funda una dinastía de guardianes de
En el siglo XIII, el Ciclo de
En el siglo XV, Thomas Mallory en
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