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No se sabe muy bien si el cine español esta viviendo últimamente una crisis creativa o no, o si más bien la crisis es de público, pero lo cierto es que año tras año nunca faltan grandes películas españolas en las carteleras. Es verdad, no obstante, que es muy difícil ver en los últimos tiempos una obra maestra del cine español, pero en este 2010 se ha roto el maleficio con esta grandísima película del ex crítico cinematográfico Daniel Monzón, un drama carcelario crudo, tenso, realista y sin concesiones con un soberbio guión escrito por el propio Monzón y el bilbaíno Jorge Guerricaechevarria, colaborador habitual de Alex De
Un violento motín en la prisión de Zamora es el pretexto que sirve para mostrar diferentes manifestaciones de violencia, desesperación, lucha por la supervivencia, codicia, maldad injustificada o simple desquite por parte de una legión de reclusos supeditada a su carismático líder e instigador de la trifulca, el asesino psicópata Malamadre (un inconmensurable Luis Tosar), pero también pone en el mismo nivel la hipocresía, la doble moral y también la irracionalidad y brutalidad de los funcionarios de prisiones. En medio, la inocente figura de un funcionario novato, el joven Juan Oliver (Alberto Ammann), quien en un desesperado juego de supervivencia decide hacerse pasar por recluso tomando parte en la rebelión como uno de los cabecillas y hombre de confianza de Malamadre, con el cual establecerá una alucinante relación en donde las fronteras entre el bien y el mal terminan de desdibujarse hasta que ambos personajes llegan a autoidentificarse mutuamente en un inquietante juego de espejos deformados.
Esta es una película dura y directa, con la cárcel como prácticamente el único escenario, y filmada con total realismo y verosimilitud. Casi se podría decir que parece que se ha rodado una revuelta carcelaria real. Ante nuestros ojos desfila todo un catálogo de miserias y desesperaciones humanas: funcionarios corruptos y brutales, fuerzas del orden con ínfulas destructivas, psicópatas endiosados, traiciones varias, impulsos criminales en personas aparentemente bondadosas, venganzas sanguinolentas, la falsa dignidad de supuestos luchadores, cicatería contra inocentes…en fin, una alegría. Una película nada apta para sensibles y que no tiene por que gustar a todo el mundo (en la sala donde acudí, conté hasta cuatro personas que se marcharon a mitad de proyección), y que si habría de reprocharla algo es tal vez poco desarrollo del elemento catalizador de la trama, la toma de rehenes en la persona de tres pesos de ETA, aunque, claro está, ese no es el tema central de la película. Monzón demuestra ser un director sólido y hoy por hoy, de lo mejorcito que hay en el panorama de realizadores español. Las interpretaciones son excelentes, en un larguísimo reparto que incluye a Marta Etura, Manuel Morón, Antonio Resines (en el papel de un funcionario de armas tomar), Vicente Romero, Patxi Bisquert, Fernando Soto y Carlos Bardem, como un preso colombiano de bastante mala catadura. Toda una montaña rusa de emociones, contada sin cortapisas y sin moralina. Con más carga psicológica que crítica social, es cine excelentemente hecho y además una historia con mucha entidad. Una película de las que se debe ver.
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