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Un caso extraño el del veterano Terrence Malick. Resulta incomprensible como un director que ha demostrado ser con creces uno de los mejores realizadores norteamericanos vivos no se haya prodigado más y en casi 40 años solo haya dirigido…5 films y 3 de ellos en los últimos 12 años. Y el caso es que sus últimos 3 filmes no ha hecho sino demostrar el gran maestro que es. Si en La delgada línea roja (1998) dejó patente no haber perdido un ápice de su grandeza en los 70 (con Malas Tierras (1973) y Días del Cielo (1978) ) y en El Nuevo Mundo fue capaz de hacer todo un inusual y espectacularmente bello peliculón con un mínimo de diálogos, con The Tree of Life Malick firma una nueva obra maestra poseedora de la perturbadoramente belleza de la mayor parte de su filmografía sublimada a cotas un tanto ambiciosas pero desde el punto de vista poético, más que oportunas y efectivas.
Todo el que conozca al filmografía del genio ermitaño del cine de Hollywood (algo así como la versión cinematográfica de JD Salinger) supondrá que esta no es una película cualquiera desde el punto de vista tanto comercial como artístico, y ya si se advierte la premisa de esta película, que no es otra que una reflexión-explicación del sentido de la vida humana desde un punto de vista con fuertes connotaciones religiosas (pero también humanistas) es fácil concluir que el reto cinematográfico es de órdago. Pero tratándose de Terrence Malick, se sabe que algo bueno va a ocurrir, y de hecho ha ocurrido: ha dirigido una auténtica obra maestra. Tal vez directores como él sean los únicos capaces de llevar a cabo y con éxito historias de este tipo, aparentemente desmedidas en cuanto a ambiciones, pero que si salen bien… la obra de arte está asegurada. Ambientada en su mayor parte en los años 50, el árbol de la vida tiene como personaje central a Jack, el hijo mayor de los O´Brien, una familia texana de clase media que tiene como cabezas de familia a un marido de profesión ingeniero (Brad Pitt) distante con su familia especialmente con sus hijos pero deseoso de dar amor a los suyos y a una esposa (Jessica Chastain) volcada con sus tres retoños varones que viene a representar para Jack el cariño y el amor frente al carácter un tanto impositivo de su padre. Llegado a la pubertad, Jack, que creció como un niño feliz al igual que sus hermanos, comienza a rebelarse contra su padre, contra él mismo y en definitiva, contra la vida misma, sin saber por que. Una historia que se expande hasta un adulto Jack (Sean Penn) en la época actual, un hombre que vive con el recuerdo de su pasado y con dudas sobre todo lo que ha vivido y sobre el sentido que ha tenido todo lo conocido, vivenciado y sentido en su vida.
Escenas de la película que muestran la creación del universo y la tierra o situadas en la era de los dinosaurios (rodadas por ordenador) señalan que lo que se os cuenta es algo tan trascendente como el universo mismo, que no es otra cosa que el sentido de la vida humana y la finalidad de nuestra existencia. Y así hasta un prólogo y algunas escenas que parecen remitir al fin de los días. Unas premisas abrumadoramente ambiciosas las de esta película que de alguna manera, y como la crítica ha señalado, parecen remitir a 2001 Odisea del Espacio, pero en todo caso en otro nivel más humanista, religioso (judeocristiano) y también un tanto new age. Sería bastante reduccionista ver a este filme como un canto a la consciencia de un Dios trascendental, ya que sus pretensiones parecen ser un tanto más terrenas, pero que duda cabe que encenderá debates desde el punto de vista religioso. Y en lo estrictamente cinematográfico, pues que decir de un soberbio y trabajado ejercicio con un estilo narrativo inusual y envolvente reforzado por unas imágenes irregulares y granulosas pero enormemente bellas y sugerentes, un tratado completo de poesía en imágenes en movimiento que llega a ser en no pocos momentos emocionante. Con muy pocos diálogos, la película no resulta pesada y por su acertado tratamiento y enfoque cotidiano y naturalista, resulta bastante cercana aunque en algunos momentos pueda parecer lo contrario. Es preciso por parte del espectador una gran entrega a esta película para no perder un ápice del sentido de lo que se nos trata de transmitir, algo que en ocasiones no es fácil, pero una vez que se llega al final, la sensación de satisfacción al contemplar toda la historia en su conjunto es bastante grande.
Esta claro que esta no es una película para todos los gustos y que a algunos les puede parecer incomprensible y un tanto pedante, pero no hay que llevarse por los prejuicios. Una enorme experiencia cinematográfica que nos recuerda lo grande que puede legar a ser el cine cuando la belleza y el placer de contar y transmitir experiencias del ser humano van de la mano
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