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Por fin llegó. Mucho se ha estado hablando en los últimos años de la esperada adaptación de Tintín al celuloide por parte de Steven Spielberg y Peter Jackson y se esperaba con ansiedad esta traslación realizada en formato animación digital con la técnica motion capture, tanto por parte de seguidores acérrimos del personaje de cómic creado por el gran Georges Remi Hergé en 1929 como por amantes del cine de aventuras y de evasión, de los cómics en general, y como no, de los fans de la obra del eterno rey midas del séptimo arte, Steven Spielberg y de los de su aventajado discípulo, el neozelandes Peter Jackson (saga El Señor de los Anillos, King Kong). Un maridaje artístico interesante el de Spielberg y Jackson (director y productor de este filme, respectivamente) ya que salvando las distancias Peter Jackson podría ser considerado en muchos aspectos el sucesor de Spielberg. Y Tintín, uno de los personajes más leídos y míticos del noveno arte comiquero y todo un icono cultural europeo se merecía un tándem profesional de ese calibre y una adaptación al cine tan digna como la que estos dos cineastas nos ofrecen: más de 100 minutos de cine de evasión al cien por cien con acción, aventura y humor para dar y tomar respetando y homenajeando además todo el universo del inmortal personaje de tinta china. Los fans irredentos y estudiosos de Tintín (denominados “tintinólogos”) pocas pegas o ninguna encontrarán a esta adaptación que -aunque tomándose algunas licencias hollywoodienses y comerciales- resulta bastante fiel a los álbumes de Tintín y su espíritu entre épico, naïf, irónico, cosmopolita, exótico y repleto de enseñanzas morales y éticas en un contexto de aventura “de toda la vida”: ha sido un acierto hacer una adaptación animada 3D infográfica en lugar de una con actores de carne y hueso permanentemente en la pantalla (los hay en esta película, pero prestando solo sus movimientos y voz a los personajes), tanto acción, personajes y escenarios ofrecen un espectáculo visual de primer orden que con métodos tradicionales no hubiese hecho justicia al cómic original. Es cierto que una animación 3D puede resultar chocante para adaptar un tebeo de la escuela europea llamada “Línea Clara”, basada en trazos muy marcados y concretos y volúmenes y colores simples, pero el resultado final no chirría en ningún momento. Unas imágenes muy bellas en definitiva con un diseño de personajes que combinan magistralmente el realismo con lo caricaturesco respetando al máximo posible la apariencia de los personajes en las viñetas (Tintín es en esta película precisamente el personaje con rostro más realista)
Spielberg tenía los derechos cinematográficos sobre el personaje desde 1983, pero debido a al dificultad del proyecto lo fue apartando en años sucesivos hasta convencerse que había llegado el momento principalmente debido a los avances tecnológicos en el mundo del celuloide. Tal y como al parecer dijo el propio Hergé tras ver En busca del Arca Perdida, Steven Spielberg era el director ideal para llevar a Tintín la cine y así ha sido. El adolescente reportero belga ya había tenido dos olvidables adaptaciones francesas en carne y hueso en los sesenta no basadas en ninguna aventura del personaje, un par de series de animación para televisión, dos pelis de dibujos animados para la pantalla grande y hasta una casi perdida película con muñecos stop motion en los años 40, pero se puede decir que su momento cinematográfico ha llegado por fin de la mano de este filme, el primero de una trilogía planeada por Spielberg y Jackson y de la que evidentemente penderá siempre la sombra de la serie Indiana Jones, que guarda no pocas similitudes con las aventuras de Tintín. Para esta supuesta primera película de una nueva serie, se ha optado por adaptar tres de los mejores álbumes de Tintín: El Secreto del Unicornio (1943) (sobre el que esta basado el grueso argumental del filme), El Tesoro de Rackhman el Rojo (1944) (solo el principio), y El cangrejo de las Pinzas de Oro (1941) (que sirve para incluir el primer encuentro entre Tintín y el borracho e incorregible Capitán Haddock), una buena introducción ya que dichos álbumes concentran gran parte del espíritu tintinesco: búsqueda de algo valioso, localizaciones exóticas, villanos de opereta, situaciones al límite y un sin fin de aventuras y desventuras. El guión que firman Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish ha sabido conciliar el concepto actual del cine de evasión con la aventura tintinesca y resultará atractivo para cualquier público, independientemente de que haya leído o no cómics del personaje y siempre que tenga un espíritu infantil-adolescente (como es recomendable tener ante este tipo de cine) y este desprovisto de prejuicios. Resulta una delicia seguir al siempre avispado y marisabidillo Tintín junto con el descacharrante Capitán Haddock (que en este filme no olvida sus inmortales y rebuscados insultos ni su afición por el whisky) en su búsqueda de los pergaminos que contienen las pistas para hallar un fabuloso tesoro hundido en un barco del siglo XVII cuyo capitán era un bravo antepasado del perdedor y desmañado Haddock, con el pérfido Sakharine al acecho, los patosos policías Hernández y Fernández haciendo el canelo y el perrito Milú sacando a los protagonistas de apuros como de costumbre. Spielberg demuestra haberse adaptado magistralmente al Motion Capture y ofrece unos personajes cuidadosamente presentados y con enorme realismo infográfico y unos escenarios currados hasta el más mínimo detalle: como muestra, el espectacular realismo de la ciudad marroquí de Bagghar, las dunas del Sahara o la travesía oceánica del Karaboudjan. Y en cuanto a escenas, es de mencionar la super adrenalina que desprenden los espectacularmente vertiginosos planos-secuencia de la persecución en Bagghar o la deslumbrante batalla naval en el flashback de la historia de Francisco de Haddocke contra el temible Rackhman el Rojo: colosal. Y eso, solo por citar algunos ejemplos.
Una buena parte de lo bien que funciona el filme no sería posible sin las interpretaciones (con sensores de movimiento) de Jamie Bell, como un más que convincente Tintín, Andy Serkis (el Gollum de El Señor de los Anillos) como el capitán Haddock -increíble, ¡Haddock vive y es Andy Serkis!- Daniel Craig como Ivan Ivanovich Sakharine y Simon Pegg y Nick Frost como Hernández y Fernández. En la peli también aparecen personajes tan significativos en el universo de Tintín como el carterista Aristides Silk (Toby Jones), el jeque Omar Ben Salaad (Gad Elmaleh) y la cómicamente altiva diva operística Bianca Castafiore (Kim Stengel) quien tiene un momento crucial en el filme. Habrá que esperar a las próximas entregas para ver al Profesor Tornasol y al malvado Rastapopoulos. Momentos dados extraídos de varias aventuras de Tintín, guiños fugaces a álbumes míticos del personaje, un directo homenaje a Hergé al principio del filme, autorreferencias spielberganias y unos excelentes títulos de crédito iniciales ponen de manifiesto que esta película quiere no solo ser una adaptación al cine sino un más que merecido homenaje a Tintín y al mundo del cómic con mayúsculas. Una muestra de cómo se puede hacer una gran película desde el entretenimiento y con un máximo aprovechamiento de las nuevas tecnologías.
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