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No es muy habitual ver cine británico más o menos independiente en nuestras pantallas -al margen de los filmes de Ken Loach- pero siempre que se estrenan pequeñas producciones de las islas en las pantallas ibéricas, rara vez defraudan. Es más, muchas veces llegan a entusiasmar como esta Tyranosaur (el un tanto desconcertante título original tiene su por que, y la verdad no se porque se han empeñado en cambiarlo en la versión doblada en castellano por otro más “estándar” ya que así se elimina el cierto misterio que infunde) un drama humano y realista lleno de calor, dureza, ternura, crudeza, amargura, esperanza y todo un amplio catálogo de emociones humanas de todo tipo -aunque más tendente a las negativas que a las positivas- que sirve para ilustrarnos una historia áspera y un tanto cruel pero contada con delicadeza y con la clara voluntad de transmitir el sentir de sus protagonistas, dos seres al borde del abismo humano y emocional. Paddy Considine, actor metido a director, firma una más soberbia opera prima que convencerá y mucho a los amantes de dramas sociales bien contados y a lo seguidores del realismo cinematográfico británico en una película que remite mucho al ya citado Ken Loach aunque su tono sea mucho más psicológico que social.
El escocés Peter Mullan borda el papel de Joseph, un cincuentón viudo y alcohólico y con visibles problemas económicos que en su proceso de autodestrucción se rebela contra la sociedad y contra si mismo con un comportamiento muy violento y una forma de ser desagradable y airada. En su vida se cruza casi por azar Hannah (Olivia Colman), una treintañera que parece vivir en un mundo aparte en su tienda de objetos religiosos y con su visión un tanto exageradamente cristiana y piadosa de la vida. La situación personal de Hannah, tampoco es demasiado feliz, como va descubriendo Joseph y es entonces cuando el desaliñado sujeto decide que es hora de aplicar las enseñanzas que a regañadientes va recibiendo de la mujer. La dialéctica relacional y psicológica entre ambos personajes es lo que sustenta la película y la verdad es que es todo un espectáculo el ver como ambos personajes pretenden salir del atolladero en que se han metido sus vidas tratando de vencer sus prejuicios e ideas preconcebidas a base de aceptar tímidamente y sin mucha convicción la ayuda mutua. Los dos actores principales están espléndidos dentro de un conjunto gélido y muy naturalista que no deja indiferente y tratando de dar profundidad a unos personajes muy pero que muy complejos y llenos de matices. El desenlace de la película termina por provocar una catarsis que desde luego da que pensar y en ello reside una de las principales virtudes de este excelente filme que conviene verlo cuanto antes ya que – ya se sabe- puede que no dure mucho en las carteleras.
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