****
Una
buena muestra de que se puede hacer una gran película de cine social con
recursos más o menos poéticos y con una narración cinematográficamente
magistral y estilizada sin caer en lo panfletario y en lo fácilmente
demagógico. Estas son, entre otras muchas, virtudes de esta estupenda Monsieur Lazhar película canadiense,
concretamente quebequesa y por ello rodada en francés que tuvo su opción de
conseguir el Oscar a la mejor película en lengua extranjera. Entre el drama
realista, la crónica social, la reflexión, lo simbólico y un agradable toque de
ternura servido en varios momentos cercanos algunos a la comedia, la película,
inspirada en una obra de teatro de Évelyne de la Cheneliere muy famosa en
Canadá, pretende ser un peculiar retrato de la inmigración de un ciudadano del
Magreb (de Argelia, en este caso), a occidente (Quebec), en donde se nos
muestra el drama interior y aún latente de una persona que decide emprender una
nueva vida radicalmente alejada de su antigua existencia y el difícil doble
reto que eso le supone: el luchar contra su pasado, tratándolo de arreglar en
la medida y el adaptarse a su nueva vida/ocupación tratando de vitar que ambas
cosas se interfieran mutuamente. Esta es la lucha de Bachir Lazhar (Fellag), un
argelino de mediana edad que accede al puesto de profesor de primaria en un
colegio de Montreal tras el trágico suicidio de la anterior maestra, una mujer
venerada por sus alumnos de once años. Contra viento y marea, Bachir consigue
ganarse el respeto de sus alumnos en un entorno viciado por la tragedia, pero
de un modo u otro la suya propia amenazará siempre con desequilibrar la nueva
felicidad del maestro.
Profesor Lazhar maneja
varias historias que parecen inacabadas e incompletas y tampoco conocemos mucho de ellas y de su origen, pero esto es lo
que a la postre otorga credibilidad y realismo a una película que pasa de
artificios narrativos y golpes de efecto y muestra todo tal y como es en la
vida real: alumnos problemáticos, dramas personales, las relaciones no siempre
satisfactorias en el profesorado de un colegio, algunas deficiencias en el
sistema educativo actual, problemas burocráticos. Si bien es cierto que se
juega con momentos muy poéticos y simbólicos (sobre todo en la relación del
profesor con sus pequeños alumnos) que otorgan al filme momentos de gran
belleza y emotividad, no es menos la emoción que transmiten los personajes,
adultos y niños, en momentos sublimes de realista tensión dramática. En ese
sentido, el reparto infantil es de diez y aquí no hay ni moñerías tipo Los chicos de coro ni las muchas veces
impostadas y predecibles gracietas de los críos en el cine: están todos
fantásticos. Y por supuesto, el actor argelino Fellag esta inconmensurable
transmitiendo credibilidad con su profundo, contradictorio y carismático
personaje: no en vano, el propio actor sufrió una historia parecida a la de
Lazhar. Ambientada en el 90% del metraje en el colegio con una estupenda
fotografía realista, luminosa, cálida y muy pulcra que ayuda a ambientar
adecuadamente una historia entrañable y agridulce. En su perfectamente asumido
doble propósito de reflexión sobre ciertos aspectos del fenómeno de la
inmigración y sobre el sistema educativo occidental actual la película triunfa,
pero lo mejor de todo es que desde el punto de vista cinematográfico, es un
filme recomendable y más que excelente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario