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A
estas alturas, no es nada nuevo que Tim Burton vuelva a defraudar, visto el
alarmante descenso en la calidad de los últimos filmes dirigidos por el
director californiano (Sweeney Todd
(2007) , digna pero aburrida e impersonal
y Alicia en el País de las Maravillas
(2010), decepcionante pastiche de Lewis Carol en plan aventura palomitera), pero lo peor de todo es que da la impresión
que se está agarrando a clichés comerciales y su sempiterna colaboración con su
muso Johnny Depp con el fin de al
menos no perder taquilla y dar el pego de que sigue siendo un director friky y
visualmente muy característico. Puede que estas dos últimas cosas lo siga
siendo pero ya nada es como en los tiempos de Bitelchus, Eduardo Manostijeras,
Ed Wood, Mars Attacks o incluso los Batman protagonizados por Michael
Keaton. Empeñado en seguir adaptando historias no originales desde hace ya más
de diez años, el nuevo filme de Burton, Dark Shadows, no ayudará a recuperar su
credibilidad: esta artísticamente esforzada adaptación de una serie de TV de
culto en EEUU emitida en formato diario entre 1967 y 1971 peca de irregular y
lastrada por un flojo guión que – según parece, al igual que la serie en la que
esta basada- transita sin convicción entre el humor negro, lo fantástico en su
vertiente gótica, el drama y la aventura. Por si fuera poco, no ayuda mucho un
Johnny Depp atado a sus habituales tics interpretativos cuando trata de dar
vida a un personaje excéntrico o inquietante. En esta ocasión, Depp encarna a
Barnabas Collins, un aristócrata norteamericano de finales del siglo XVIII que
regresa desde la tumba en 1972 convertido en un vampiro por el hechizo de una
bruja. Con maquillaje y caracterización casi carnavalescos, Depp se esfuerza por dar credibilidad a un personaje
a priori francamente interesante pero que no termina de funcionar en ningún
momento y no será por el empeño de Depp, aunque a veces parece tan perdido como
su propio personaje, desconcertado por el paso de una época a otra.
El
tono de la historia tampoco parce claro: si bien el motor del relato es el
encuentro de Collins con sus descendientes -una familia disfuncional y
extravagante que habita ahora en la lujosa y tétrica mansión que una vez le
perteneció, y los intentos de este por ayudar a reflotar los otrora gloriosos
negocios de la familia frente a la eterna rival de los Collins, la inmortal
bruja Angelique Bouchard- la paralela historia gótica de Barnabas y su amor maldito que le convirtió en vampiro
se inserta fatal en el desarrollo de la película pese que al comienzo de la
misma regale unos momentos bastante logrados, y
además el tono de culebrón familiar (heredado de su fuente televisiva)
no aporta prácticamente nada . Ni tan siquiera la expresionista y claramente burtoniana
recreación de la imaginería tétrica deciochesca en varios momentos resulta
totalmente convincente y si bastante repetitiva con respecto a otras películas
del director. El reparto, eso sí, funciona bien aunque varios de los personajes
no estén presentados adecuadamente: Michelle Pfeiffer, como la ambiciosa
matriarca de los Collins del siglo XX esta irregular, Helena Bonham Carter como
la psiquiatra borracha de los Collins esta tan cansina como siempre, y si hay
que destacar a alguien esas serían Eva Green como la bella bruja reconvertida a
empresaria Angelique y Bella Heathcote como Victoria, la joven nueva
institutriz de los Collins, una chica con un inquietante secreto.
Pese
a que hay buenos momentos de cierta épica y diálogos divertidos e ingeniosos
cuando la película trata de asentarse tímidamente en la comedia inteligente
todo se echa a perder con unos instantes finales en los que el cine espectáculo
trata de reivindicarse de la forma más simplona y recurriendo a un excesivo
display de efectos especiales. Una pena por que un final más elaborado podía
haber dignificado una película que durante buena parte resulta hasta
interesante y entretenida. Un error el retratar unos comienzos de los 70
sumamente idealizados, algo que otorga momentos vistos mil veces y poco
oportunos (la presencia del cantante Alice Cooper interpretándose a si mismo
hace 40 años esta metida con calzador) Tim Burton ya no tiene capacidad de
sorprender y esto, tratándose del que no hace mucho tiempo fuese uno de los
directores norteamericanos mas originales y creativos, es una mala
noticia.
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