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Una
buena muestra de cómo se puede hacer un drama de corte social de una manera
amable y con un tono optimista resultando además una excelente película. En el
cine francés (en donde si no) son maestros en el arte de contar historias reales
como la vida misma dejando al espectador siempre esa sensación de haber sido
testigo de un relato con mucho que reflexionar, porque entre otras cosas está
contado excepcionalmente. Esto es lo que le ocurre a Les Nieges du Klimandjaro, un filme basado libremente en un poema
de Victor Hugo dirigo con clase por el veterano Robert Guedigian que aporta una visión entre
romántica, agridulce, terrible, crítica y desmitificadora de las penurias,
contradicciones y miserias éticas y morales en estos tiempos de crisis
económica. Con cierto tono épico pero con un sentido de la realidad a prueba de
bombas y un mensaje de esperanza, Guedigian traza una historia de personas
normales que no solo luchan por su supervivencia sino que se ven obligadas a
luchar con uñas y dientes por algo tan básico como la justicia, la dignidad y
la libertad en medio de un laberíntico juego de intereses, tramas,
contradicciones en el que parecen perdidos y en donde la salida se presume
harto complicada. Michel (Jean – Pierre Darroussin), el protagonista del filme,
es el trabajador de un muelle marsellés
y delegado sindical que con casi sesenta años se ve en el paro tras
llevar a cabo un sorteo ideado por él
para despedir a un número de trabajadores. Casado y con hijos ya también
casados y varios nietos, piensa comenzar una nueva etapa en compañía de sus
seres queridos al no quedarle mal despido, pero un atraco en su casa les priva
a él y a su esposa Marie-Claire (Arianne Ascaride) de uno de sus sueños
anhelados para su retiro laboral: un viaje a Tanzania. Un cúmulo de nuevas e
inesperadas situaciones se sucederán para el matrimonio, todas ellas en un
pequeño microcosmos formado alrededor de la crisis laboral y sus consecuencias,
con reminiscencias que apuntan a las imperfecciones del propio sistema y a
ciertas inconsistencias de la propia condición humana.
La verdad
que esta es una película honesta y clara y concisa como ella sola, cuya
principal virtud es la entrañable autenticidad que transmiten sus
protagonistas: por un lado Michel, un hombre idealista e incomprendido hasta
por su propia familia que prefiere en un primer momento la justicia propia por
encima de todo (lo que le hace caer a veces en cierto egoísmo) y por otro lado Marie
Claire, cuyo idealismo es más proclive a al búsqueda de la justicia universal.
Ambos personajes terminarán convergiendo por su evolución personal en una
historia cargada de emocionalidad
(contenida, eso si) y momentos límite contados con convicción y ternura
fusionando magistralmente el drama social y la comedia de costumbres. Un buen
sabor de boca es lo que deja al final Las
Nieves del Klimanjaro en todos los aspectos, recordándonos que pese a todo
el ser humano puede ser algo muy hermoso.
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