*
y 1/2
Woody
Allen de rebajas. Últimamente resulta por desgracia bastante habitual que el
realizador neoyorquino, que continua siendo uno de los mejores directores
vivos, haga estrene películas pasables o sencillamente mediocres, algo que
hasta hace bien poco no era anda habitual en su prolífica filmografía. Si que
es cierto que su última “política” cinematográfica de realizar filmes en
coproducción con países europeos se estaba mostrando interesante e incluso
fructífera y le estaba dando un nuevo brío y frescura al peculiar universo y
discurso del veterano realizador, pero ya al cosa empieza a hacer aguas.
Primero fuer con el Reino Unido, después con España, con Francia y ahora le
toca el turno a Italia. Pero A Roma con
Amor, un torpe intento de inmersión en terrenos fellinianos o de homenaje
neorrealista en clave de comedia, bien puede considerarse el peor filme de la
carrera de Woody Allen.
Woody
no se siente nada cómodo en una película rodada y ambientada en Roma con un
poco oportuno sabor turístico que abundaba aunque no de manera tan marcada en Vicky Cristina Barcelona, era más
comedido en Midnight in Paris (su último gran trabajo) y estaba ausente en
el díptico Match Point y Scoop lo más fidedigno que había hecho
Allen en cuanto a respetar ciertos
cánones estilísticos propios del cine del “país de acogida”. Ha pretendido
hacer algo parecido en esta película pero le ha salido una parodia torpe solo
salvada levemente por sus ramalazos de genialidad en cuanto a diálogos y
situaciones, aunque de manera muy aislada. Son cuatro historias diferentes las
que conforman el filme: un matrimonio americano maduro (Woody Allen y Judy
Davis) que visita Roma para conocer a su futuro yerno italiano y descubre que
su consuegro (Fabio Armiliato), propietario de una empresa de pompas fúnebres,
es un virtuoso tenor operístico en potencia, un oficinista romano (Roberto
Begnini) que de repente vive una kafkiana situación como celebridad sin hacer
nada extraordinario, un joven estudiante estadounidense residente en la capital
italiana (Jesse Eisenberg) con un dilema amoroso ante la llegada de la amiga de
su novia (Ellen Page) y aconsejado por un veterano arquitecto americano (Alec
Baldwin), y las tribulaciones de un joven matrimonio italiano (Alessandro
Tiberi y Alessandra Mastronardi) que en un viaje de negocios familiares se
pondrá a prueba por la perdida de un móvil
y un malentendido provocado por una prostituta (Penélope Cruz).
Historias woodyallenescas pero pobremente trazadas y sin convicción que tratan
de funcionar rindiendo pleitesía a Italia, al ciudad de Roma y el muy rico
legado de la comedia italiana pero que se quedan a medias por explotación de
tópicos transalpinos y una sobrecarga de personajes. Allen, ah querido
disfrazarse esta vez de director italiano como ya se puso con éxito la máscara
de director británico a mediados de los 2000, pero al final se ha quedado a
años luz de Fellini, De Sica o Visconti y se ha conformado con ser el cargante
y artificioso Roberto Bernini en su faceta de director, que dicho sea de paso
protagoniza el más flojo segmento del filme. Música de Doménico Modugno, localizaciones
en la Fontana de Trevi y el Coliseo, fragmentos de la ópera Pagliacci y unos aberrantes insertos de
una canción de Raffaella Carrá que se oyen por doquier terminan de dar un nada
oportuno tono de postal barata. El viejo Woody ya flojea, pero esto iba a
suceder en algún momento, todos somos humanos. Hasta él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario