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Los
hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne siguen encandilando con su cine social
inmediato y naturalista y sin necesidad de repetir fórmulas. Estos Ken Loach
francófonos después de más de 35 años de carrera continúan siendo de los nombres más exportables del cine belga y
sin defraudar nunca las expectativas, algo que en una trayectoria tan larga es
digno de elogio. Asomándose esta vez a un problemas tan candentes como la
crisis económica y el desempleo, su nuevo filme Deux hours, une nuit no trata en ningún momento de dar gato por
libre ni de entregar mensajes cargados de moralina, sino que retrata las
amargas tribulaciones de una mujer con el agua al cuello de una manera muy
certera y sobria en una historia cargada de desesperantes consecuencias de
debilidades humanas y en donde un acto clave (la difícil decisión de unas pocas
personas) se antoja vital para la protagonista. La francesa Marion Cotillard
hace un receso low cost en su rutilante carrera con un pie en Hollywood para
adentrarse en el cine de su país vecino
interpretando a Sandra, una joven madre de familia a punto de ser
despedida de su empresa por reducción de gastos poco después de reincorporarse
de una baja por depresión, una decisión que sus compañeros han tomado por
votación entre las disyuntiva de su despido o la supresión de la paga extra.
Con una nueva oportunidad de repetir la votación esta vez en secreto, Sandra
tratará durante dos días convencer a los compañeros y compañeras que dieron el
visto bueno a su despido para que reconsideren su postura, visitándoles sin
descanso durante esas jornadas uno por uno.
Una misión de valientes y casi épica que además de probar su entereza y
su dubitativa estabilidad emocional también retratará las cuitas, situaciones y
preocupaciones de sus colegas de trabajo, quienes también desean estabilidad
económica en un tiempo de crisis.
El mensaje omnipresente a lo largo de la historia
parece claro: la solidaridad es harto difícil en tiempos de crisis, cuando el
sálvese quien puede guía todos los actos de las gentes. En ese sentido, lo que
se nos muestra claramente es una lucha desesperada no ya solo por conservar un
puesto de trabajo sino por hacer triunfar unas tesis y una postura, del todo
humana, que en teoría debería imponerse frente a todo interés particular. Aunque
la conclusión a la que llega la película no sea cien por cien satisfactoria,
está claro que si que hay un mensaje de esperanza que no debe caer en saco
roto. Un drama cotidiano que los Dardenne manejan con su característica
maestría como narradores y su habilidad para recrear situaciones y escenas
creíbles como la vida misma con el añadido de que la limitación de desarrollo
temporal (72 horas) y el peculiar planteamiento del filme como una “road movie
pedestre” (es sensacional como se ha plasmado el continuo ir y venir de la
protagonista para encontrarse con sus compañeros en sus domicilios o en otros
lugares) hacen de Deux hours, une nuit
una más que curiosa experiencia narrativa. Y si a ello le añadimos
interpretaciones perfectas -Cotillard esta magnífica- y un pulso dramático
emotivo, árido, con vaivenes y nada lacrimógeno, tenemos la quintaesencia de
cómo debe ser un buen filme social que no cae en lo panfletario ni en la
moralina. Un nuevo acierto de los hermanos Dardenne, y ya van unos cuantos.
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