Fue el
escritor y periodista italiano Emilio Salgari (Verona, 1862- Turín 1911) el
escritor más popular en su tiempo en Italia y en posiblemente Europa. Con una
obra de más de 80 novelas y multitud de relatos de aventuras exóticas, western,
piratería y en menor medida históricas y de ciencia ficción, fue junto a Julio
Verne el gran nombre de la literatura popular en el siglo XIX además de ser uno
de los padres de la ficción de piratas moderna y un gran renovador de las
historias situadas en lejanos parajes de Asia, África, alta mar, junglas y todo
tipo de parajes exóticos; en ese sentido, la literatura pulp del siglo XX, los
cómics y el cine de aventuras y en
general toda la ficción con cazadores de tesoros, buscavidas, bucaneros,
espadachines y héroes de fortuna le deben prácticamente todo. Fue también el
primer autor literario no anglosajón que se atrevió con el género del western,
creando a su modo el spaghetti western. Uno de los escritores más traducidos de
la historia, el autor más leído de Italia y con obras tan universales como Los Piratas de Malasia, El Corsario Negro, Los Tigres de Malasia, La Reina de los
Caribes, La Cimitarra
de Buda o La Capitana del Yucatán que han entusiasmado e
inspirado la imaginación a jóvenes lectores de varias generaciones desde
finales del siglo XIX con sus escaramuzas, duelos, abordajes, incursiones en la
selva, combates a espadas, romances, viajes y arriesgadas travesías en navío,
Emilio Salgari sin embargo tuvo una existencia desdichada marcada por problemas
económicos - era constantemente estafado y explotado por sus editores- que
terminó en suicidio en 1911 a
los 48 años. Así mismo, el creador del inmortal Sandokán en su afán por ganar
credibilidad y situarse casi a la misma altura que sus heroicos personajes
tratando de burlar a una situación personal de estrecheces económicas e
insatisfacción con su vida familiar se creó una biografía ficticia que incluía
viajes navales y estancias en parajes remotos, falsedades que se descubrieron
mas tarde. Pero a Emilio Salgari no haber viajado por el ancho mundo no le
supuso ningún obstáculo a la hora de narrar sus emocionantes novelas repletas
de descripciones sobre escenarios exóticos y sus habitantes y costumbres, tal
era su maestría a la hora de recrear e imaginar ambientes y entornos aunque el
efecto y resultado fuese meramente “turístico” y tópico, como fácil es
suponerse.
Más allá
de sus logros literarios a nivel popular -su calidad literaria pese a todo era
muy ajustada y supeditada al hecho de tener que escribir hasta cinco o seis
obras anuales- y de que sus creaciones se hayan convertido en un estándar de la
cultura occidental y del mundo de la ficción- como así lo atestiguan las
múltiples adaptaciones en cine, televisión
u otros medios de sus obras- Salgari fue un hombre muy interesado en la
situación política de su tiempo, marcada por el colonialismo y el imperialismo, y logró reflejar en sus libros la lucha
de pueblos americanos, africanos o asiáticos tanto frente a opresores locales
como frente a despiadados y megalómanos dirigentes extranjeros. Así, el cierto
eco “revolucionario” que se percibe en su obra, trufado de aliento romántico,
también ha sido fuente de inspiración de no pocas reivindicaciones políticas.
En resumidas cuentas, un legado enormemente amplio y altamente influyente no
solo en la ficción surgida desde principios del siglo XX sino en la consciencia
colectiva universal, en donde la épica, la emoción por el riesgo y por el
descubrimiento de lo desconocido y la lucha a muerte por unos ideales siempre
han supuesto y supondrán toda una inspiración vital de pueblos, colectivos e
individualidades: eso es lo que nos ha dejado Emilio Salgari, el hombre que
hubiese dado toda su existencia por llegar a ser un héroe victorioso como sus
criaturas pero al que el destino se empeñó en ultrajarle.
El falso capitán que
escribía
Emilio
Salgari nació el 22 de agosto de 1862 en Verona, la ciudad de Romeo y Julieta.
Sus padres fueron Luigi Salgari y Luigia Gandara, modestos comerciantes
textiles. Siendo un niño se trasladó con su familia a otra localidad del
Veneto, Valpollicea, pero parece ser que después regresaron a Verona. Desde su
infancia el pequeño Emilio soñó con ser marino y a finales de la década de 1870
se matriculó en el Real Instituto
Técnico y Náutico Paolo Sarpi de Venecia, pero su rendimiento académico fue
escaso y en 1881 con 19 años abandona los estudios no llegando a cumplir su
sueño, el de convertirse en capitán de navío. Ese año vuelve a Verona con el
deseo de convertirse en escritor y narrar historias ambientadas en los siete
mares y en parajes de las Américas, de la India, Bengala y otras latitudes que el había
“conocido” de niño en libros de viajes y tratados y que por desgracia él ya no
podía visitar, salvo con su imaginación. Muy posiblemente las lecturas
infantiles y juveniles del autor- y que influyeron notablemente en su obra-
fueron las de Alejandro Dumas, el Robinson
de Defoe y Julio Verne. En ese 1881 consigue un empleo como periodista
reportero en el diario de Verona La Nuova
Arena. No obstante, su primera obra literaria la publicó
en otra publicación, el semanario La Valiglia
de Milán y fue una historia en cuatro entregas I selvaggi della Papuasia, que apareció en 1882 cuando el autor contaba con 20 años, firmando como
Capitán Salgari, ya que afirmaba haber terminado la carrera de Naútica. No
obstante, aún tendrían que pasar varios años (la década de 1890) para que el
joven Salgari se convirtiese en un autor conocido y hasta 1893, año en que
abandonó La Nuova Arena se centró en su ocupación de redactor
para dicho diario en cuya redacción escribiría todas sus obras por aquellos años.
En 1883 también publicó por entregas La
rosa del Diog-Diang (inicialmente llamada Tay-See) en La Nouova Arena
que al igual que la historia anterior aún no se publicó en volumen (lo haría en
1897). A finales de ese año comienza a editar en La Valiglia
Los Tigres de Mompracem,
la primera de las historias protagonizadas por su creación más celebre, el príncipe
de Borneo más tarde convertido en bucanero Sandokán. En estas primeras obras ya mostraba su querencia por los ambientes en
países lejanos y las aventuras trepidantes en el mejor estilo folletinesco
dumasiano. Los
Tigres de Mompracem, aunque obtuvo buena acogida
publicada en el semanario, no logró alcanzar la inmensa popularidad que
lograría en años siguientes cuando apareció editada en un solo volumen como Los Tigres de Malasia (1896): la leyenda de Sandokán ha
comenzado.
La
primera editorial con la que firmó Salgari fue Donath, que publicó en 1887 su primera novela editada como volumen
independiente La favorita del Mahdi a
la que le siguió Dos mil leguas por
debajo de América o El tesoro de los
Incas (Duemila lehge soto l’America,
1888), su primer éxito importante. Su estilo narrativo conciso pero poderoso,
apasionado y descriptivo pronto le hizo ganar lectores deseosos de imbuirse en
viajes a lejanas tierras. En aquellos primeros años de su carrera literaria,
Salgari afirmaba ante sus editores, sus compañeros de trabajo y la opinión
pública que el mismo había vivido como capitán de barco una vida aventurera en
la que se inspiraba para inscribir sus novelas y relatos: había sido marino
viajando por los siete mares, había explorado el desierto de Sudán y había
vivido durante una temporada en el salvaje oeste norteamericano donde había
conocido al mismísimo Buffallo Bill (durante su aprendizaje
naval solo llegó a navegar por el Adriático). A medida que su fama creció a
principios del siglo XX, su falsa biografía fue embelleciéndose, pero años
después se descubrió su impostura. Su frustración por no haber sido marino fue
tan enorme que no le costó mucho falsear su vida inventándose pasajes de la
misma que podían aumentar su reputación como un cronista que había vivido en
los países en donde se desarrollaban sus novelas y había conocido de primera
mano toda su cultura y sus ambientes. Lo cierto es que para recrear las selvas
de Bengala, el Far West, el lejano oriente, la India, las estepas sibierianas, las junglas de
África o los polos, Salgari se basó en enciclopedias, periódicos extranjeros o
libros de viajes. Cuando se empezó a dudar de si condición de capitán, Salgari
se retó en duelo con uno de los escépticos que cuestionaron dicho inexistente
título, el periodista Giuseppe Biasoli, quien tuvo que ser hospitalizado a
consecuencia de aquel duelo mientras que Salgari pasó seis meses en la cárcel,
en 1893. En 1889 Luigi, el padre de Emilio, se suicidó, la primera de las
calamidades personales que el escritor tuvo que sufrir durante su vida. En 1892
el escritor se casó con la actriz Ida “Aida “ Peruzzi, quien le dio cuatro
hijos, Fátima (1892), Nadir (1894), Romero (1898) y Omar (1900). Ese mismo año
se traslada con su familia a Milán para trabajar para la editorial Speirani.
Salgari y Sandokán
La
editorial Speirani, que estaba especializada en literatura de evasión para
jóvenes, vio el potencial de Salgari como fabricante de novelas de éxito y por
lo tanto de dinero y a partir de 1892 le obligó a entregar tres novelas anuales
por 4000 liras, una cantidad bastante baja. A principios de la década de los 90
del siglo XIX, aunque ya se había ganado un nombre en la literatura popular aún
seguía trabajando como periodista dadas las pocas ganancias que obtenía con sus
novelas a causa de unos editores despiadados. La cimitarra de Buda (1892) fue la novela que marcó un antes y un
después en la carrera literaria de Emilio Salgari ya que a partir de ese
momento su éxito popular fue imparable. Su público era principalmente el de
adolescentes y jóvenes adultos, pero también niños y personas adultas
comenzaban a disfrutar de sus aventuras. Esta tónica, que se mantuvo
prácticamente hasta poco después de la muerte del literato, fue cambiando hacia
mediados del siglo XX cuando el público infantil en varios países se convirtió
en el principal lector de la basta obra de Emilio Salgari, llegando a ser un
autor fundamental en la educación sentimental de muchas personas en todo el
orbe. En 1893 Salgari abandonó su ocupación de periodista y es entonces cuando
empezaron realmente sus problemas económicos. Así, aunque hacia 1896 Emilio
Salgari con poco más de 30 años se había convertido en el autor vivo más leído
de Italia, sus cuatro hijos nacidos por esos años originaron apuros de
subsistencia al matrimonio ya que las ganancias obtenidas por sus libros eran
mínimas por la circunstancia de que la mayor parte de sus beneficios se la
quedaban sus editores. Aún así, Salgari siguió escribiendo como modo de
sustento personal y de su familia a veces firmando cinco títulos al año. Pese a
las penurias, Salgari siempre trató de vivir lo más felizmente posible junto a
los suyos.
En 1895
Salgari publicó la precuela de Los Tigres de Mompracem,
I Misteri della jungla Nera (El Misterio de la Jungla Nedra) a la que
seguiría la citada antes publicada como Los Tigres de Malasia como continuación
del ciclo de Los Piratas de Malasia.
El éxito de ambas novelas fue enorme: fueron en las novelas más vendidas en
Italia en aquellos años y convirtieron al joven literato en una celebridad
nacional, al tiempo que dichas obras fueron inmediatamente traducidas a
diferentes idiomas. Su protagonista, Sandokán - que no hace aparición en La Jungla Negra- pronto se
convirtió en un personaje de ficción muy popular a finales del siglo XIX y
principios del siglo XX. Sandokán fue imaginado como un príncipe de Borneo al
que en plena era colonial del XIX los británicos le habían arrebatado su trono
asesinando también a su familia. Jura venganza contra los ingleses
convirtiéndose en pirata y luchando contra los opresores británicos u
holandeses, haciéndose llamar el Tigre de Malasia con una tripulación de
dayakos y borneanos. El aventurero portugués Yañez, será su segundo de abordo y
su más fiel compañero y también contará con la ayuda del bengalí hindú Tremal-Naik y su sirviente el maharato
Kammammuri. Lady Marianna Gillonk, una noble inglesa, será su amor y más tarde
su esposa mientras que James Brooke, el rajá blanco de Sarawak es el principal
villano de la mayor parte de las historias protagonizadas por Sandokán, sin
olvidar a los acólitos del culto Thug de la India. Malasia, los
mares de china, la india y la ficticia isla cercana a Borneo Mompracem donde
Sandokán y sus “cachorros” tienen su base de operaciones, son los escenarios
principales de las aventuras del Tigre de Malasia. En total, Salgari publicó
once novelas del ciclo Los Tigres de
Malasia publicados entre 1895 y 1913, los dos últimos póstumamente.
Aventuras increíbles, luchas románticas y héroes
revoltosos
Al margen
de las aventuras de Sandokán, cuyo tercer título se publicó en 1900 (Sandokán, el tigre de Malasia) Salgari
escribió multitud de novelas de variadas temáticas aventureras y escenarios entre
1894 y 1900: historias de náufragos y supervivencia (Los pescadores de ballenas (1994), A través del Atlántico en globo (1996)); aventuras navales (Los cuentos marineros de Mastro Catrame
(1894), Un drama en el Océano Pacífico
(1895), Los pescadores de Trepang
(1896)); crónicas fabuladas de viajes y conquistas a los polos (Viaje
al Polo Austral en velocípedo (1895),
Invierno en el Polo Norte,
1898); historias ambientadas en África (Los
dramas de la esclavitud (1896)); historias ambientadas en Asia (Los náufragos del Oregón (1896));
historias sobre civilizaciones ficticias perdidas (La Ciudad de Oro, 1898); novelas situadas en el
mundo árabe (El Rey de la montaña
(1895); historias del Far West (El rey de
la pradera (1895), El hijo del
cazador de osos (1899), Aventuras
entre los pieles rojas (1900)) o crónicas bélicas con trasfondo histórico (La capitana del Yucatán (1899)). Al
mismo tiempo que comenzó a publicar la serie de Los Piratas de Malasia, Salgari
intentó lanzar otra saga de aventuras marinas, Dos marineros publicando dos
títulos en 1894 que se encuentran entre las obras más olvidadas del autor. Hasta
1898 el éxito de Los Tigres de Malasia fue tan grande en todo el mundo que ensombreció al
resto de su vasta obra en cuanto a repercusión internacional de la misma, no así
en Italia donde el resto de sus novelas obtenían unas ventas
extraordinarias. Con el cambio de siglo las novelas de Salgari
escritas a finales del XIX conocerán traducciones en numerosos idiomas y éxito
importante. De esta primera época, las novelas más conocidas - a parte de Los Tigres y El Corsario Negro, como luego veremos- son La cimitarra de Buda, Un drama en el Océano Pacífico, La Ciudad de Oro, Invierno en el Polo Norte, El
rey de la pradera y La capitana del
Yucatán. Tiradas de algunas sus novelas llegaron tener 100.000 ejemplares.
Pero, ¿Por
qué gustaban tanto los libros de Emilio Salgari, especialmente a niños y
adolescentes de la época? Porque eran historias de héroes luchadores y
decididos, dispuestos a hacer frente a cualquier dificultad – ya bien sea
física, metereológica, militar, estratégica, geográfica, política o moral-
mediante la lucha sin cuartel y la tenacidad, algo que encantaba a los jóvenes
lectores quienes veían en los héroes de Salgari un modelo a seguir. A esto hay
que unir un estilo muy descriptivo y gráfico en donde se narraba con todo lujo
de detalle batallas, combates, duelos, y situaciones de violencia extrema que resultaron
una revolución en la época -sobre todo cuando se combinaban con un sentido del
humor muy mediterráneo- y que fascinaron a sus lectores Si bien la aventura y
la acción fueron siempre una constante en la obra del escritor veronés (algo
históricamente también muy atractivo para el público) en realidad era ese
espíritu romántico y rebelde de sus héroes lo que encandilaba al público, esa
lucha contra los poderosos y los opulentos por parte de personajes que en otras
ficciones estarían en el bando de “los malos” como eran los piratas y
forajidos, héroes desposeídos pero intachables moralmente (como en el caso de
Sandokán), y ese combate sin cuartel contra los tiranos que Salgari solía
personificar en las fuerzas de ocupación colonial en Asia o África en plena era
del colonialismo. En otras palabras, Salgari enseñó a un enorme número de
lectores que David podía y debía vencer a Goliat y que los que siempre se había
dicho que eran “malos” en realidad podían no serlo. Aunque el autor no mostró
nunca públicamente sus afinidades políticas, resulta evidente que esa denuncia
a la opresión colonial, al imperialismo y a la esclavitud y esa postura a favor
de los más desfavorecidos (políticamente) le emparentaba con las corrientes de izquierda de la época. A
lo largo del siglo XX el mensaje de las novelas de Emilio Salgari se mantendrá
con plena vigencia y así lo entendieron y disfrutaron sus nuevos lectores de
diferentes generaciones. Por otra parte, novelas del Oeste como El rey de la pradera comenzaron a
mostrar la figura del cowboy como un personaje más desaliñado y antiheróico que
su modelo anglosajón influyendo
poderosamente en el vaquero del spaghetti western cinematográfico de sus
compatriotas en la segunda mitad del siglo XX. Y no hay que olvidar que el autor
también rompió moldes al establecer como protagonista de una novela de
aventuras a una mujer en La capitana del
Yucatán novela en donde una mujer insólitamente para la época adquiere
roles que siempre se había atribuido a héroes masculinos, algo que el escritor
repetirá en novelas posteriores.
Contra los tiranos: El naufragio
En 1898
Emilio Salgari vuelve a firmar con la editorial Donath, que al igual que Speirani
le volvería a explotar y aún más si cabe. Ese año
publicaría un nuevo best-seller y a la postre una novela inmortal de la
literatura de aventuras de yodos los tiempos: Il Corsaro Nero (El Corsario
Negro), en donde vuelve al tema de la piratería en el siglo XVII esta vez
con aventuras situadas en el caribe: Emilio de Roccabruna, Señor de Valpenta y
Ventimiglia es además de un noble italiano el famoso Corsario Negro, un
bucanero que opera en el caribe y que desea vengar a sus hermanos, ejecutados
por el Gobernador de Maracaibo al tiempo que vive un romance con Honorata
Willerman, Duquesa de Weltedrem. Aventuras en la selva, fieras, indígenas,
combates a espada e historia de amor se dan cita otro de los libros más
célebres del autor y que conoció otras cinco entregas entre 1901 y 1908
protagonizadas algunas por descendientes de Roccabruna (destacan La Reina de los caribes (1901), Yolanda, la hija del Corsario Negro
(1905) y El hijo del Corsario Rojo
(1908)). Este personaje es tras Sandokán el más famoso de cuantos creó Salgari
y desde el primer momento El Corsario
Negro fue una novela muy leída y traducida a diferentes idiomas. En 1904
con Los Dos Tigres, se reanudan las
aventuras de Sandokán y sus piratas que aún tendrán títulos memorables como El rey del mar (1906) o La venganza de Sandokán (1907). Además
el autor hace una inmersión en la ciencia ficción vernesiana con Los Hijos del aire (1904) -con maquina
voladora incluida-, crea en 1905 un nuevo ciclo protagonizado por El capitán Tormenta y prosigue con sus exóticas aventuras en donde
“explorará” nuevos parajes como Rusia o incluso se quedará en la misma Italia: Los mineros de Alaska (1900), Los estragos de la China (1901), Los exploradores del Meloria (1901), La jirafa blanca (1902), El mar de las perlas (1903), La heroína de Puerto Arturo (1904), La estrella de la Araucania (1906), Cartago en llamas (1908), entre otras
muchas novelas escritas antes de 1910. Decir que entre 1898 y 1900 el escritor
residió en Génova pero terminó volviendo a Turín.
Salgari y su familia |
A
principios del siglo XX, Emilio Salgari era toda una celebridad en Italia: sus
libros se leían por doquier y recibía todo tipo de homenajes y agasajos por
parte de instituciones y particulares, llegando a ser nombrado Caballero por el
rey de Italia, pero no ganaba mucho con su prolífica obra: sus editores cada
vez le explotaban más llegándole a exigir una media de seis o siete novelas al
año pagándole una miseria (la editorial se quedaba con los beneficios
editoriales y de las ventas) que le hicieron caer prácticamente en la pobreza.
Era difícil mantener a su familia numerosa trabajando catorce horas diarias
para satisfacer los deseos de sus editores; tenía su vivienda medio hipotecada
y para colmo de desdichas en 1903 su esposa Aida comenzó a padecer una
enfermedad mental descrita como “ira furiosa” que precisaba de una medicación
que Salgari no podía pagar y más tarde de un tratamiento en un clínica privada
que no pudo llevarse a cabo por lo que tuvo que quedarse recluida en un
manicomio. Los editores se negaron rotundamente a subirle el sueldo y Salgari
tuvo que incrementar aún más su ritmo de trabajo y sin que su situación y la de
su familia mejorasen. Cruel ironía: él, que narraba victoriosas luchas contra
los opresores estaba siendo derrotado por ellos. Sus mundos de piratas,
exploradores, espadachines, vaqueros, viajeros en el aire en fabulosos
artilugios y aventureros fueron un refugio hasta su muerte. La gente era feliz
con sus historias, pero sus historias no llegaron a hacerle feliz a él ni él no
era feliz con su vida. Salgari no era ni Sandokán ni el Corsario Negro.
A finales
de la década de 1900 y principios de los 10 los editores de Salgari contrataron
a escritores anónimos para escribir novelas de aventuras bajo la firma de
Emilio Salgari (propiedad ahora de la editorial Donath) pero estas novelas no
tuvieron ningún éxito. En 1907 Salgari abandonó Donath y se incorporó a la
editorial Bemporad. En 1909 un deprimido
Salgari comenzó otra exitosa serie de piratas Los Piratas de las Bermudas ambientadas en al época colonial
norteamericana y que incluye tres volúmenes hasta 1911. También volvió con
éxito al western con su famosa trilogía del Old West encabezada por En las fronteras del Far West (1908) y
que supuso una gran influencia para cineastas como Sergio Leone. Pero Salgari,
arruinado y desesperado, cayó en la más profunda de las depresiones: en 1909 intentó
suicidarse por primera vez tratando de arrojarse sobre una espada, pero su hija
Fátima se lo impidió. Siguió escribiendo posteriormente a ese suceso pese a que
su estado mental no era el óptimo.
Los años
1910 y 1911 fueron los más duros en la vida de Emilio Salgari, arruinado y deprimido especialmente por el trastorno mental de su esposa. Fue un 25 de
abril de 1911 cuando el escritor abandonó por la mañana su domicilio de Turín y
se desplazó a un bosque del valle de San Martino –lugar a donde gustaba acudir
con su familia- en donde se hizo el harakiri con una navaja, una muerte tan exótica como toda su obra. Su cuerpo con la garganta y
el vientre abiertos fue hallado por una lavandera de la zona. El funeral de
Emilio Salgari tuvo lugar en el mismo Turín en el parque Valentino, aunque días
después su cuerpo fue enterrado en la capital memorial del Cementerio
Monumental de Verona. Salgari había dejado escritas tres cartas en su domicilio
antes de cometer suicidio: una a sus cuatro hijos, otra a su editor y la otra a
los editores de su periódico de Turín. A sus hijos les dijo: “Queridos hijos míos, ya ahora estoy
vencido. La locura de vuestra madre me ha destrozado el corazón y todas las
energías. Espero que mis millones de admiradores, a quienes durante tantos años
he divertido e instruido, os ayuden". En la carta dirigida a los editores expresó: "A vosotros
que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndonos, a mí y a mi familia, en
una continua semimiseria o aún más, sólo les pido que en compensación por las
ganancias que os he dado, ocuparos de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo
la pluma. Emilio Salgari".
La supervivencia de Emilio Salgari
Tras su muerte,
las novelas de Emilio Salgari continuaron teniendo enorme popularidad entre
diferentes generaciones de jóvenes lectores hasta bien entrado el siglo XX,
tanto en Italia como en el resto del mundo. En su país y hasta hoy día, Emilio
Salgari no solo es uno de los escritores más leídos de todos los tiempos sino
que sus obras son ya consustanciales en la cultura popular italiana de manera
intergeneracional, llegando a influir poderosamente en la educación sentimental
de, sin exagerar, la mayoría de la población italiana desde finales del siglo
XIX, especialmente con los ciclos de Los Piratas de Malasia y El Corsario Negro.
En países de cultura latina como España, Francia, Portugal o la zona de
Latinoamérica Salgari ha gozado también de enorme popularidad y éxito. También
en los países anglosajones y en otros territorios europeos su obra ha sido
leída con fruición, tal es el carácter
universal de sus temas y ambientes. No es exagerado decir que las
novelas de Emilio Salgari han sido enormemente influyentes en el género de las
aventuras exóticas en cualquier medio (cine, cómic, literatura). Muchos autores
en Italia a principios del S. XX trataron de imitar su estilo pero sin obtener
ni de lejos el éxito del literato veronés, cuya impronta se percibe en no pocos
productos de la cultura pop de los últimos tiempos: Tintín, Indiana Jones,
Tarzán, los cómics de aventuras exóticas de la primera mitad del XX, los
spaghetti western…
Los libros
del Salgari han conocido multitud de adaptaciones en cine, televisión o cómic,
aunque ninguna especialmente memorable al menos en la pantalla grande. La
primera traslación de Salgari al cine
fue a principios de los años 20 con uan adaptación de El Corsario Negro a la que siguió otra
de La Reina de
los Caribes, ambas dirigidas por Vitale De Stefano, si bien el mítico filme
Cabiria de 1914 estaba basado
libremente en algunos aspectos de Cartago
en llamas. En los años 50 y 60 se realizan adaptaciones norteamericanas de
bajo presupuesto de aventuras de Sandokán como Sandokán el Grande (1963) con Steve Reeves como Sandokán además de otras producciones italianas
sobre el pirata de Borneo. En 1976 la histórica miniserie de televisión
Italiana Sandokán puso de moda de nuevo al personaje de Salgari en toda Europa
en los años 70, interpretado por el actor angloindio Kabir Bedi, para muchos el
Sandokán definitivo. Bedi también interpretó a El Corsario Negro (1977) en una adaptación cinematográfica y de
nuevo a Sandokán en miniseries secuela durante la década de lo 90.
Pese a que
durante el siglo XX la crítica despreció la obra de Salgari tildándola de
literatura de consumo, muchos críticos han alabado lo elaborado de las tramas y
la enorme imaginación a la hora de presentar situaciones, escenarios y
personajes. Por su tratamiento de las escenas de violencia y de acción, Salgari es considerado
hoy en día un innovador del género de aventuras épicas. Sus obras fueron
degustadas y admiradas en su juventud por Jorge Luís Borges, Umberto Eco, Pablo
Neruda, Isabel Allende, Federico Fellini, Sergio leone, Gabriel García Márquez
o Pietro Mascagni, quienes siempre sñalaron la enorme influencia que los libros
de Salgari tuvieron en sus vidas. Hasta el mismísimo Che Guevara era un fan
total del novelista veronés siendo además una de sus influencias ideológicas
por su postura antiimperialista: Sandokán y sus cachorros, en otras palabras,
fueron uno de los referentes revolucionarios de la guerrilla del siglo XX.
Emilio Salgari, inspirador en el imaginario y la cultura popular de varias
generaciones y dignificador de la literatura de evasión continua a día de hoy
siendo una figura más que interesante con una obra plena de significación y
suscitadora de emociones de todo tipo aunque su propia vida estuviese marcada
por le fracaso y la desgracia, un alto e injusto precio que tuvo que pagar para
legarnos algunos de los relatos mas conmovedores, significativos e influyentes
de la historia de la humanidad.
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