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Interesante
salto de Alejandro González Iñárritu a la comedia con un producto inteligente y
lleno de mala uva que más bien podría calificarse de comedia-drama. Aunque muy
bien fundamentado en el trabajo actoral en conjunto, la película se basa en la
actuación de Michael Keaton y en los múltiples matices de un personaje patético
y tragicómico y con bastante punto de amargura: un actor de mediana edad en decadencia
que en los 90 fue estrella de la pantalla gracias a la interpretación de su
personaje el superhéroe Birdman y que ahora con una larga listas de fracasos
profesionales y personales tras su época gloriosa trata de gozar de prestigio
(más que de fama) preparando un ambicioso montaje teatral. Efectivamente, un pastiche
del status de efímera estrella que el actor tuvo con las dos primeras entregas
de la serie Batman. Es evidente que Iñárritu ha contado en todo
momento con la complicidad de Michael Keaton para dar vida al complejo
personaje el resultado salta a al vista con un Keaton que hace la mejor
interpretación de su carrera (¿oscarizable?) y que curiosamente recupera su
maltrecha carrera, al igual que pretende en el filme su personaje de Riggan Thomas.
Aunque
los momentos de comedia son abundantes en este filme, en realidad es el drama
lo que abunda, un drama eso sí de risotada ante situaciones ridículas o
tremebundas donde el humor negro campa por sus anchas. Las tribulaciones de
Riggan en el mundo del teatro y su empeño por sacar adelante su obra en
Broadway sirven de metáfora de las dificultades, contradicciones y absurdeces del mundo del espectáculo en EEUU,
tratado despiadadamente por Alejandro González Iñárritu y plantando
interesantes cuestiones sobre la relación de los creadores con la crítica, las
expectativas y los gustos del público, o las miserias de la profesión de actor.
Un buen reparto de secundarios con Naomi Watts, Edward Norton, Zach
Galifianakis o Emma Stone secunda perfectamente a Michael Keaton con momentos
antológicos, especlamente los servidos por Edward Norton en su papel de un
intérprete egocéntrico, desquiciado y arrogante. Quizás no sea un filme que
guste a todos los públicos pero es un mordaz y elaborado entretenimiento lleno
de crítica y una nueva muestra de las habilidades de ese gran cineasta que es Alejandro
González Iñárritu.
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