martes, enero 13, 2015

El Aparatito Lumiere BIRDMAN (O LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA) (BIRDMAN OR THE UNEXPECTED VIRTUE OF IGNORANCE)




 
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Interesante salto de Alejandro González Iñárritu a la comedia con un producto inteligente y lleno de mala uva que más bien podría calificarse de comedia-drama. Aunque muy bien fundamentado en el trabajo actoral en conjunto, la película se basa en la actuación de Michael Keaton y en los múltiples matices de un personaje patético y tragicómico y con bastante punto de amargura: un actor de mediana edad en decadencia que en los 90 fue estrella de la pantalla gracias a la interpretación de su personaje el superhéroe Birdman y que ahora con una larga listas de fracasos profesionales y personales tras su época gloriosa trata de gozar de prestigio (más que de fama) preparando un ambicioso montaje teatral. Efectivamente, un pastiche del status de efímera estrella que el actor tuvo con las dos primeras entregas de la serie Batman.  Es evidente que Iñárritu ha contado en todo momento con la complicidad de Michael Keaton para dar vida al complejo personaje el resultado salta a al vista con un Keaton que hace la mejor interpretación de su carrera (¿oscarizable?) y que curiosamente recupera su maltrecha carrera, al igual que pretende en el filme su personaje de Riggan Thomas.  


Aunque los momentos de comedia son abundantes en este filme, en realidad es el drama lo que abunda, un drama eso sí de risotada ante situaciones ridículas o tremebundas donde el humor negro campa por sus anchas. Las tribulaciones de Riggan en el mundo del teatro y su empeño por sacar adelante su obra en Broadway sirven de metáfora de las dificultades, contradicciones y  absurdeces del mundo del espectáculo en EEUU, tratado despiadadamente por Alejandro González Iñárritu y plantando interesantes cuestiones sobre la relación de los creadores con la crítica, las expectativas y los gustos del público, o las miserias de la profesión de actor. Un buen reparto de secundarios con Naomi Watts, Edward Norton, Zach Galifianakis o Emma Stone secunda perfectamente a Michael Keaton con momentos antológicos, especlamente los servidos por Edward Norton en su papel de un intérprete egocéntrico, desquiciado y arrogante. Quizás no sea un filme que guste a todos los públicos pero es un mordaz y elaborado entretenimiento lleno de crítica y una nueva muestra de las habilidades de ese gran cineasta que es Alejandro González Iñárritu.
 

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