REGRESION (REGRESSION)
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Lo
de Amenabar empieza a ser verdaderamente extraño: solo seis películas en casi
20 años en donde solo las dos primeras podrían ser consideradas grandes
películas, una total decepción en el devenir de lo que prometía a mediados de
los 90 una carera plagada de excelentes filmes, una ausencia total de estilo
propio más allá de los elaborados thriller y fantástico respectivamente de Tesis y Abre los ojos, un fracaso sin paliativos en lo que muchos prometían
una conquista de Hollywood- que jamás se hizo- y todavía sigue siendo un nombre
atractivo para el público (incluso para aquel que no suele consumir cine
español) además de dar el pego a algún sector de la crítica. Independientemente
de la taquilla que haga este su nuevo filme Regresión
nada le salva de la mediocridad e incluso aquellos que piensen que van a ver
algo similar a la interesante pero fácilmente efectista Los Otros se sentirán decepcionados. Y es que Alejandro Amenazar
-que en esta ocasión ha rodado en régimen de coproducción España-Canadá con un
elenco técnico y artístico mayormente anglosajón y por supuesto en inglés- sigue empeñado en que sus filmes
rodados en la lengua de Shakespeare parezcan productos 100% Hollywood, pero lo
peor de todo esto es que en el caso de Regresión
no es más con un thriller norteamericano con elementos terroríficos vulgar, sin
relieve y rutinario. Con cierto elemento crítico de ciertos aspectos del
psicoanálisis, de los comportamientos irracionales colectivos y de la religión
– que ya de por si podría ser un elemento interesante- la película naufraga con
un guión previsible y nada estimulante cuyo planteamiento puede despistar a
algún espectador que espere ver otra cosa. Y es que mezclar en una misma
película abusos sexuales a menores y ritos satánicos puede resultar a priori
muy atractivo.
La
película, al parecer basada en un hecho real, nos traslado a comienzos de los
90 en una época en que en EEUU se registraron bastantes casos de sectas y
rituales satánicos. Ethan Hawke interpreta al detective de la policía de un
pequeño pueblo de Minnesota Bruce
Kenner, quien investiga los posibles abusos de un vecino a su hija de 17 años,
Angela (Emma Watson). La intervención en la investigación de un profesor de psicología
(David Thewlis) dará paso a la técnica hipnótica de la regresión mediante la
cual se averigua la posible conexión de la disfuncional familia de Angela con
unos truculentos ritos satánicos. Un guión desmañado y plano y una ausencia
total de cómo presentar elementos de terror psicológico y de suspense de una
manera digna (algo que Amenabar ya demostró hacerlo excelentemente a finales de
los 90) dan al traste una película que pese a todo formalmente está bien
resuelta y que atesora interesantes interpretaciones actorales. Pero falta
credibilidad, mayor profundidad en el terror psicológico- Amenabar solo parece
apostar por manidos y pueriles recursos hollywoodienses del género- y por que
no más originalidad ya que da la impresión de que mucho de lo que cuenta esta
película lo hemos visto cientos de veces. Algún día Alejandro Amenazar tendrá
que dejar de dar gato por liebre y de quitarse ese impostado disfraz de mezcla
imposible de Shyalaman, Julio Medem, Spielberg y un Hitchcock de rebajas con
ciertos elementos de moralina y ética filosófica barata y mostrarse el cineasta
sólido y original que prometió en sus comienzos. Esto es la consecuencia de
sobrevalorar demasiado a un creador.
EL DESCONOCIDO
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Con
una premisa realmente brillante y un esfuerzo técnico descomunal el debutante
Dani de la Torre
ha conseguido la que puede ser la mejor película española de 2015. Un thriller
tenso, extraño y desasosegante que con trasfondo de crítica social de la más
rabiosa actualidad enseña unas credenciales de excelente filme. Su cierto tono
hollywoodiense y su estética de filme de acción contemporáneo en donde se
esperan persecuciones, explosiones, choques y demás - y aunque si que hay algo
de eso, tampoco es mucho- puede llevar al prejuicio o sencillamente a esperar
otra cosa, pero El Desconocido es
mucho más que eso, es una película inteligente más que efectiva con un
excelente guión de Alberto Marini que sin apenas concesiones a los tópicos comerciales
del thriller-acción juega con la cabeza y el corazón del espectador en un
carrusel de emociones en medio de una situación límite delirante donde el
personaje central se pone a prueba a si mismo desde todos sus aspectos (su
integridad moral, su vida familiar, su creencia ciega en el éxito profesional)
mientras su conciencia parece no dejar de atormentarle pese a ser él mismo no
más que una víctima en manos de un agresor desconocido que amenaza con quitarle
la vida. Luis Tosar en un nuevo recital interpretativo es prácticamente la
película en sí dando vida a Carlos, un
directivo bancario gallego que poco después de que recibir una llamada de sus
superiores comunicándole que los chanchullos de su banco vana a salir a luz de
un momento a otro, recibe mientras lleva a sus dos hijos al colegio una nueva
llamada, la de un hombre que el comunica que bajo los asientos de su coche hay
una bomba que estallará si no accede satisfacer sus peticiones, las cuales
deben ser llevadas a cabo en pocas horas y sin que Carlos ni sus hijos se
levanten del automóvil ya que de lo contrario estallará.
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