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La
larga y prolífica carrera de Steven Spielberg como director ha presentado
varios picos de obras maestras en determinados momentos (Tiburón, E,T, La Lista de Schindler, A.I, Munich), tal vez
menos de los que podía esperarse de un director de su valía y demasiado
espaciados en el tiempo, pero sin duda muestra de
su profesionalidad, oficio y maestría a la hora de contar historias. Este es el
caso de Bridge of Spies, que pese a que no llega a obra maestra por un pelín es
un filme más que sólido que triunfa en su propósito de humanizar el relato de
espionaje político en la época de la Guerra
Fría reduciendo al máximo el componente de intriga
internacional- que sin embargo y como es lógico ocupa el lugar central de la
historia- y focalizando el devenir de la trama en las relaciones personales, el
elemento psicológico y humanista y el drama de personajes. Inspirada en un
hecho real y perfectamente ambientada en los EEUU y la RDA de finales de los 50 y
principios de los 60, la película es un más que interesante y emotivo documento
de una época en la que el enfrentamiento entre dos grandes superpotencias con
el terrible trasfondo de la amenaza nuclear amenazaba no solo la estabilidad
mundial sino que influyó poderosamente en el comportamiento y valores tanto de
la población norteamericana como de la de la URSS y el esto de países del este adscritos al
bloque comunista. Lo que se nos cuenta precisamente es la historia de cómo un
hombre normal y sin cargo político ni diplomático alguno se vio inmerso en 1960
en unas negociaciones al más alto nivel en un capítulo más del enfrentamiento
del bloque capitalista con el comunista. Tom Hanks, en su cuarta colaboración
con Spielberg, da vida al abogado James Donovan, un prestigioso letrado
especialista en seguros que en un primer momento ha de defender a un espía
soviético-británico en suelo norteamericano con lo que se gana una enorme
impopularidad y más tarde tendrá que intervenir a instancias del gobierno USA
en un canje de prisioneros con la
URSS (y con la
RDA) en suelo de la antigua República Democrática Alemana en
pleno levantamiento del muro de Berlín. Tal vez lo acomodadamente idealizado
con que lo que se presenta a este personaje resta credibilidad a la historia en
algunos aspectos, pero Hanks como de costumbre sabe otorgar al personaje de una
enorme capacidad de empalizar con el espectador.
Un
generoso presupuesto permite reproducir magistralmente vestuario, escenarios y
atrezzo de la época en localizaciones muy variadas y que llega a su cenit en el
Berlín dividido de la Guerra Fría
con los primeros intentos de huída del muro -aún en construcción- por parte de
los ciudadanos de Alemania Oriental con unas escenas magistralmente rodadas que
cumplen excelentemente su función contextualizadota de la historia, aunque
tampoco se puede obviar las escenas de los interrogatorios tanto
norteamericanos como soviéticos, el trepidante vuelo y derribo de aviones
americanos sobre la URSS
o los tensos encuentros de Donovan con las autoridades de la RDA y soviéticas en medio de
unas rocambolescas negociaciones. Todo ello además muy bien captado por la
fotografía del gran Janusz Kaminski, que ya puso su cámara al servicio de
Spielberg en la lista de Schindler y que se postula como un gran plasmador de
imágenes de épocas pretéritas. Esta historia, hay que tenerlo claro, no es un
relato tradicional de espionaje, un filme político y ni mucho menos un filme de
acción, es un drama histórico que trata de contar los increíbles avatares de un
momento clave en la historia como fue la política de bloques del siglo XX y
sobre todo es un canto al triunfo del tesón humano frente a cualquier
adversidad y frente a cualquier barrera. Personaje clave es el espía ruso
Rudolf Abel (Mark Ryalance, un actor teatral británico que resulta todo un
descubrimiento), un hombre también sencillo que en un momento dado hizo algo
que él creía que era correcto y que poco a poco se convertirá en el alter ego
de Donovan. Un nuevo acierto de Steven Spielberg que en esta ocasión ha dejado
el guión en manos de Matt Charman y de los mismísimos hermanos Coen, quienes
han dado su impronta en su vertiente más dramática y menos habitual pero
también efectiva (Muerte entre las Flores).
Un buena opción para ir al cine estos días
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