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No
desentona en absoluto con la problemática social actual este remake de un
clásico del cine argentino como fue La Patota
(1960) de Daniel Tinayre, película con claras influencias neorrealistas con un
tema bastante atrevido y controvertido para su tiempo. Santiago Mitre, un joven
director que está llamado a hacer cosas más que interesantes en la
cinematografía argentina, ha convertido en aquella historia tremebunda pero con
intrincado mensaje sociopolítico en un más que esforzado drama entre lo
psicológico, lo humano y lo social con alguna dosis de intriga y sobre todo mucha
capacidad de hacer pensar al espectador en las razones motivacionales de su
protagonista, Paulina (Dolores Fonzi, vista en Truman, excepcional), un personaje complejo y contradictorio en
pleno conflicto ideológico y de conciencia interno, algo que apenas se
verbaliza en la película pero que se capta en todo momento mediante situaciones,
diálogos, gestos y silencios. Es inevitable posicionarse a favor o en contra de
la decisión final de la protagonista, un personaje que come toda la película
pese a que como dijimos, apenas expresa su ideario –clave para el devenir y la
resolución de la historia- salvo en los impagables momentos iniciales en donde
asistimos a una acalorada discusión dialéctica con su padre (Oscar Martínez)
que además ejemplariza el conflicto entre el idealismo de justicia social del
siglo XXI, cargado a veces de buenismo naïf y el izquierdismo socialista
revolucionario de la vieja escuela ya demasiado repetitivo y en algunos casos
con ideales vendidos: esta escena es clave para entender el resto de la
película.
La patota a la que hace referencia el título
original de la película y de su fuente original de la que es remake –
burdamente cambiada en la versión española con el nombre de la protagonista tal
vez por lo abrupto que suena esta palabra en España y el temor a que de lugar a
malentendidos- es como se denomina en
dialecto popular argentino a una pandilla de gamberretes que en esta película son
un grupo de adolescentes del medio rural argentino residentes en una aldea a la
que llega Paulina (hay que advertir por otra parte que muchas veces es
imposible comprender el argot argentino rural con el que hablan muchos de los
personajes) una joven abogada de prometedora carera, para ejercer de maestra de
escuela rural con el fin de ayudar a los colectivos más desfavorecidos. Pronto
Paulina se dará cuenta de lo difícil que es su impresa y todo dará un terrible
vuelco cuando es violada por el grupo de chavales, algunos de ellos alumnos
suyos. A partir de ese momento Paulina se verá en un tour de force emocional
que se hará cada vez más intrincado. No es este un filme ideológico ni tampoco un
drama desgarrado ni explícito, pero si un evidente comentario social sobre las
contradicciones del pensamiento humano y su influencia en el entorno y en la
vida y sobre todo en la situación de los más vulnerables, a menudo paganos de
la estupidez de los más favorecidos. Muchas aristas temáticas en una película
muy bien conseguida como drama y que en algunos momentos puede resultar
sobrecogedora por su veracidad y su honestidad.
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