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Un
nuevo producto menor de Pixar mientras se espera al blockbuster de turno
limitándose a cumplir el expediente. Pese a se trata de un filme de animación
con un adecuado y estimulante mensaje (el valor del esfuerzo y de la ayuda a
los demás así como la importancia de las amistad en el proceso de
autorrealización) y algún momento inspirado, The Good Dinosaur no consigue ser en ningún momento un buen filme y
se sitúa bastante pro debajo de las mejores obras de la compañía de John
Lasseter. Esta claro que el concepto de partida del filme era el de ser un
filme modesto y por lo tanto tampoco se
le puede exigir mucho a una película que sin embargo gustará a los más pequeños
con su mezcla de aventura, humor y melodrama familiar todo ello enmarcado en
una prehistoria imposible en donde - como se ha hecho muchas otras veces en
diferentes obras de ficción- dinosaurios y humanos conviven, siendo los dinos
unos seres racionales y parlantes que hasta construyen casas y se dedican a la
agricultura y ganadería mientras que los humanos son primitivos viviendo en
estado casi animal. Hay una explicación
para esa prehistoria alternativa: el meteorito que supuestamente alcanzó la
tierra en la era de los dinosaurios pasó de largo.
Arlo,
el personaje central del filme, es un joven brontosauro, torpe y miedoso,
traumatizado por no llegar a la altura de los logros de sus padres y de sus dos
hermanos en los muchas veces titánicos quehaceres de la granja. Tras perder a
su padre – su principal referencia-en una inundación, Arlo deberá abandonar
momentáneamente a su familia en busca de la realización de alguna hazaña a lo
largo del valle, viaje en el que le acompañará inesperadamente un niño humano
al que llama Spot y que se convertirá en poco menos que su mascota. La pareja
se encontrará con diferentes personajes y vivirá curiosas situaciones que harán
madurar a Arlo y su percepción del mundo y de si mismo, todas ellas descritas
en el filme muy caótica y esquemáticamente en una unidad narrativa poco
consistente. El humor tampoco está muy conseguido en un filme donde eso sí los
sentimientos están muy bien descritos y perfectamente adaptados a la mentalidad
infantil con algún instante emotivo interesante. Y desde el punto de vista
técnico, la película aunque atesora imágenes vistosas de paisajes (la mayor
parte de imagen real, no infográficos) y tiene secuencias impresionantes como
las de las riadas, no se sale de lo previsible y en algunos momentos esa
combinación de fondos y elementos reales y realizados por ordenador recuerda
inapropiadamente a las películas de Francisco Macián y Ralph Bakshi de los 60 y
70 con aquellos efectos que en esas época podían resultar impactantes pero
ahora quedan un poco estrambóticos. Pero pese a todo, este filme puede resultar
un acierto a al hora de llevar a los enanos al cine.
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