domingo, enero 24, 2016

PALMERAS EN LA NIEVE





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Estaba en deuda España con su pasado colonial en el siglo XX en cuanto a argumento cinematográfico, un episodio en la historia de la península ibérica tan efímero como desconocido. Es por ello de agradecer esta vistosa y lograda aproximación a la historia de Guinea Ecuatorial, la antigua Guinea Española que durante gran parte del régimen de Franco fue la colonia africana por excelencia de España. No obstante, lo que más se potencia en este filme es el elemento melodramático trufado eso sí de visión histórica cargada de crítica político-social frente al colonialismo, además de varios aspectos de thriller y de drama intimista. Basada en una exitosa novela de Luz Gabás, esta película sin tener excesivas pretensiones podría quedarse corta si su propósito fuese mostrar un tópico melodrama intertemporal e histórico o una suntuosa producción de época, pero afortunadamente su tono comedido y su aparente honestidad a la hora de mostrar situaciones y personajes reflejo de una época, una situación y un lugar consiguen un filme degustable y muy interesante pese alguna irregularidad y algunas concesiones a los cánones del melodrama comercial cayendo en algún momento en la sensiblería fácil. Fernando González Molina (Tres Metros bajo el Cielo) dirige con tino y clase una película técnicamente muy bien realizada y que parece apostar por historias de regusto internacional dentro de un panorama de cine español demasiado ensimismado en su propio entorno.

Rodada en Canarias y Colombia, ya que el Gobierno de Guinea Ecuatorial prohibió el rodaje en su territorio, Palmeras en la Nieve cuenta la crónica familiar de dos hermanos aragoneses Killian (Mario Casas) y Jacobo (Alain Hernández) que en lso años 50 abandonan su aldea en los pirineos para reunirse con su padre Antón (Emilio Gutiérrez Caba) en la isla guinenana de Fernando Poo en donde este se dedica  al lucrativo negocio del cacao, en el que ambos hermanos se imbuyen. Medio siglo más tarde, Clarence (Adriana Ugarte), la hija del recién fallecido Jacobo pretende conocer todo lo que realmente hicieron su padre y su tío en el país africano, intrigada al descubrir una pensión que uno de pasó durante años a una mujer guineana y su hijo. El viaje de Clarence a la Guinea Ecuatorial de hoy vuelve a traer los recuerdos de la Guinea Española donde su familia descubrió el placer de sentirse un ser superior, rico y todopoderoso como blancos en un país de población negra, a la que trataban despótica y cruelmente. No obstante, las contrapuestas personalidades de ambos hermanos les llevarán por caminos diferentes: mientras que Jacobo es un ser amoral, orgulloso, egoísta e interesado, Killian es un hombre intrigado por el misterio que ofrece al África negra y poco a poco irá comprendiendo las motivaciones, los miedos y en fin la indignación  de sus habitantes, arrinconados por la soberbia de los colonos europeos. La aparición de una joven del lugar llamada Bisila (Berta Vázquez), cambia definitivamente la relación de Killian con el exótico país de acogida.  

Una suntuosa y bella fotografía y una excelente puesta en escena ensalzan los méritos de una película eficaz y muy bien contada, pero en la que sobran momentos efectistas especialmente en lo tocante al elemento melodramático y en la historia de amor que se cuenta. El reparto se antoja eficaz con unos más que interesantes Alain Hernández, Macarena García, Adriana Ugarte o ese descubrimiento que es Berta Vázquez, además de un buen puñado de competentes actores africanos; en cambio Mario Casas demuestra estar aún muy verde en su registro dramático y se puede decir que es de los más flojo de todo el filme. Sin grandes aspavientos, una película bonita e interesante. 

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