La
sombra del western como género cinematográfico es alargada y ni tan siquiera el
paso del tiempo- ya estamos a décadas y décadas de distancia de su época dorada
dentro del cine- parece disminuir su influencia y magisterio en el séptimo arte
aunque sea traspasando las coordenadas espacio-temporales propias del Far West.
En ese sentido, la producción argentino-española Capitán Kóblic ha encontrado
en el western su clave estilística para efectuar un filme cuyo principal propósito
es el de la denuncia histórica, y una vez más del oscuro pasado de Argentina en
la época de la dictadura de la
Junta Militar (1976-1983), una terrorífica etapa de la
historia del país del cono sur que sigue dando material dramático de primer
orden y no es para menos. Sebastián Boreznstein dirige con pulso impecable este
drama-western contemporáneo en donde la figura del forastero de desconocido
pasado/malhechor redimido que termina convulsionando la vida en su nuevo lugar
de residencia es el elemento catalizador en una historia de arrepentimiento,
conciencia atormentada, celos, rencillas, amor prohibido, violencia y en
definitiva todo el salvajismo, la sinrazón y la barbarie que trajo consigo la
dictadura militar en Argentina incluso en la vida cotidiana de las personas,
algo que por cierto resuena en los parámetros argumentales y estilísticos del
salvaje oeste especialmente en las históricas (re)creaciones europeas del
género con Sergio Leone (una influencia fundamental en este filme) a la cabeza.
Tomás Kóblic (Ricardo Darín, excelente como
siempre), un piloto aéreo militar, da parar en una aldea rural con el fin de
olvidar su participación como piloto en los “vuelos de la muerte”, unos vuelos
en los que el gobierno dictatorial asesinaba a detenidos y presos políticos
arrojándoles al océano. Remordido a todas horas por su conciencia, Kóblic
esconde su pasado trabajando como piloto de fumigación -aunque sin apenas
actividad- con la avioneta de un amigo residente en el lugar que se presta a
mantener su secreto y su condición de desertor. No obstante, pronto la
situación empezará a complicarse. Con diálogos escuetos pero certeros y una
imponente pero inquietante dialéctica entre los diversos personajes en donde
Kóblic parece enrarecerlo todo con su forzada presencia, la película apuesta
por contener el drama –presentado de una manera simbólica y mas bien centrado
en las vivencias interiores de su protagonista- y focalizar con acierto las relaciones entre
los personajes, con Kóblic tratando a toda costa de ocultar su secreto. En ese
sentido las interpretaciones son más que de recibo, destacando también a una
Inma Cuesta (que aporta la participación española) que resulta creíble como una despechada mujer
argentina de provincias y además con un perfecto acento. Puede que varios
momentos del filme resulten forzados así como están de más algunos efectismos
especialmente en los últimos compases. Pero esta claro que cualquier crónica de
denuncia de la dictadura de la
Junta Militar siempre será bien recibida, especialmente
cuando se hacen películas tan esforzadas como esta.
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