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La
presencia de Tom Hanks tal vez haga pensar a muchos que estamos ante una
ambiciosa producción, pero este drama con trasfondo psicológico es en realidad
un filme que inspirado en una novela de éxito (Un holograma para el rey, de Dave Eggers) persigue plasmar con
fidelidad una historia que refleja de manera sintetizada y casi simbólica las
miserias de la sociedad actual desde el punto de vista social, cultural (en
este caso los consabidos contrastes culturales entre el mundo occidental y el
mundo árabe) y especialmente económico,
fijándose en este punto en el mundo de las grandes corporaciones. En fin, una
cierta crítica al globalismo pero sobre todo a su nefasta influencia en las
personas, con un personaje central que vive una profunda crisis personal que de
algún modo es un reflejo de la crisis de valores actuales. El alemán Tom
Tykwer, un director especializado en adaptaciones de novelas de escasamente
fácil adaptación, se esfuerza notablemente en este filme pero no evita una
sensación de irregularidad.
Tom
Hanks vuelve a interpretar con su consabida solvencia el papel que todo el
mundo espera de él, el de un hombre normal y corriente, en este caso el
comercial de una importante compañía informática que trata de cerrar un muy ambicioso negocio en
Arabia Saudí tratando de vender al monarca de dicho país un sistema de
comunicación por hologramas. Tras de sí arrastra también un divorcio, una
difícil relación con su hija universitaria, problemas de salud, un fracaso en
una anterior compañía y en general una sensación de ser un hombre acabado. No
parece un desértico país un entorno propicio para enderezar las cosas, al menos
a priori. La historia, interesente en su mayor parte tiene demasiados altibajos
especialmente a partir de la segunda mitad, cuando un tono romántico mil veces
visto empieza a aparecer provocando grietas en unos cimientos cinematográficos
que más o menos se habían mostrado sólidos hasta el momento. En efecto, la
película logra muy bien esa sensación de forzada interculturalidad abocada en
realidad (a tenor de lo que vemos) al desencuentro mediante la presentación de
escenarios rebuscados, situaciones al borde del absurdo pero en realidad
dramáticas y una creíble proliferación de personajes significativos, ayudado
todo por un inteligente recurso al flash back y ciertos elementos propios de
narraciones fantásticas en donde los sueños del protagonista se confunden con
la realidad. La sombra de Kafka esta presente en esta película (especialmente su
cierta similitud en algunos aspectos con El
Castillo) pero también es cierto que se ve que Tom Tykwer, un director
arriesgado, en esta ocasión peca de conservador y termina aplanando la película
hasta caer en lo predecible. Tal vez esta haya sido una ocasión perdida de
hacer una gran película, pero tal y como no desmerece nada la pena.
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