***
Uno
de los hechos más sugerentes de la historia española vuelve a tener su
revisitación cinematográfica esta vez en una versión menos mitificadora y
patriótica que aquella producción de 1945 a comienzos del Franquismo. El Sitio de
Baler y su inútil resistencia que entre
1898 y 1899 llevó a cabo un destacamento del ejército español en Baler,
Filipinas, coincidiendo con los últimos estertores de la Revolución Filipina
y más adelante con el conflicto bélico hispano-filipino terminado y con
resultado favorable de la colonia asiática frente a la metrópoli española (algo
que aquellos soldados españoles desconocían y por ello seguían luchando) es un
material dramático de primer orden y así lo ha entendido el realizador Salvador
Cano que ha firmado un más que interesante drama bélico que sin ser ninguna
obra maestra aúna modestamente los
aprendizajes del Francis Ford Coppola de Apocalipse
Now o el Stanley Kubrick de Senderos
de Gloria para hacer un filme de notable carácter antibelicista y de
denuncia sobre la inutilidad de la guerra que se sigue con enorme atención y
que presenta toda una galería de miserias humanas en situaciones límites en un
contexto tan kafkiano como irrespirable, ambientes ambos perfectamente captados
en esta película.
Con
un reparto eficaz y que hace perfectamente creíbles sus papeles- aunque a veces
no parezcan especialmente fidedignos algunos comportamientos de los personajes,
más propios de épocas contemporáneas que del siglo XIX- este es un filme en el
que hay que tener en cuenta que no nos encontramos ante la crónica glorificada
de una gran hazaña bélica ni de tampoco ante un filme de guerra lleno de
batallas, combates y escaramuzas, sino más bien ante un drama de personajes con
su tono naturalista, histórico y de denuncia (también, y por supuesto, al
colonialismo) que descansa sobre todo en diálogos y en las relaciones de sus
personajes. Narrada bajo el punto de vista de uno de sus soldados, Carlos
(Álvaro Cervantes), un joven con ganas de terminar el conflicto de una vez por
todas y que duda con la deserción junto con sus camaradas de armas Jose
(Ricardo Gómez) y Juan (Patrick Criado), pronto se verá el conflicto de
visiones e intereses de los soldados frente a los oficiales, con el teniente
Cerezo (Luis Tosar) a la cabeza ,que cuenta con el apoyo del sargento Jimeno
(Javier Gutierrez) y la tenue oposición del Dr. Vigil (Carlos Hipólito),
mientras que el excéntrico religioso adicto al opio Fray Carmelo (Karra
Elejalde) actuará como la torturada voz de la conciencia de Carlos. Bien
filmada y con escenas y momentos más que interesantes con inspiración en el
western crepuscular, el cine bélico clásico y los filmes antes mencionados, a
la película le sobra sin embargo algún momento pastelón (la cancioncilla de la
muchacha filipina) y un cierto desmañamiento en resolver la historia. Por lo
demás, una más que correcta película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario