**
En
esta ocasión Alex de la
Iglesia ha dado un pequeño traspiés en su intento de volver a
hacer un drama-comedia con tintes alegóricos y críticos y trampantojos de cine
de acción tal y como lo hizo- y con tino- con filmes como La
Comunidad o Crimen
Ferpecto. Y es que este nueva obra del director bilbaino da una constante
sensación de deja vu de otras películas suyas además de ocuparse una vez más de
temas ya tocados por de la
Iglesia como son la mezquindad humana, la envidia, la
hipocresía y la manipulación a la que la población civil es sometida por parte
de las altas instancias. Con una puesta en escena a ratos teatral- no en vano la película se desarrolla en su
mayor parte en el interior de un bar madrileño- pese a que el filme se esfuerza
en estar centrado en su competente reparto con ocho actores principales y por
ello se nos presenta como una comedia de actores, en escasos momentos se
consigue una historia interesante y coherente y tampoco se puede decir que el
reparto esté al cien por cien en esta cinta. Al final nos encontramos con una
película morosa, poco original como comedia salvaje-surrealista marca de la
casa de la Iglesia
y en resumidas cuentas casi aburrida a causa de un guión que no cuenta gran
cosa y que solo cumple con el expediente a al hora de hacer una crítica a uno
los males más endémicos de la sociedad actual: el egoísmo y el individualismo, aquí
con un curioso retrato del alarmismo paranoico de los últimos tiempos.
Es
una pena ver como el director y guionista se encuentra un tanto perdido en una
premisa interesante que en un momento de mayor gracia podría haber sido la
maeria prima de una gran película, tal y como ocurrió en La Comunidad, en donde Alex
de la Iglesia
de mostró su maestría a la hora de hibridar el costumbrismo ibérico con ciertas
metarreferencias cinematográficas en cuanto a géneros se refiere. Una joven
pija (Blanca Suárez), una ama de casa ludópata (Carmen Machi), un ex policía
cínico (Joaquín Climent), un sin techo trastornado y dado a los alegatos
mesiánicos (Jaime Ordoñez), un empresario cabroncete (Alejandro Awada), un
hipster listillo que parece ir a su bola (Mario Casas,) la vieja y deslenguada dueña del bar (Terele
Pávez) y un camarero que no es tan trozo de pan como parece (Secun de la Rosa) terminan mostrando lo
peor de ellos mismos encerrados en un pequeño bar a causa de la acción de un
misterioso francotirador que dispara a todo el que se encuentra en la zona
mientras que en Madrid parece haberse declarado una especie de toque de queda.
Con el thriller como elemento catalizador y una vez más el cine de acción
tratando de impulsar desigualmente la trama, El Bar es un intento fallido de
volver hacer un grandguiñol con los elementos característicos del cine del
realizador pero todo con un resultado más low cost. Preocupantes signos de
reiteración en un director que aún tiene capacidad para dar algo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario