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¿Por que no estrenar en salas comerciales el legado
conservado de los pioneros e inventores prácticos del cine, los hermanos
Auguste (1862-1954) y Lois Lumière (1864-1948)? Las cinematecas no suelen ser accesibles
al gran público y el medio televisivo lógicamente no hace justicia al formato
original de las filmaciones; en cambio una sala de cine es el mejor homenaje
que se puede hacer a las películas de estos primigenios cineastas que en 1895
patentaron su cinematógrafo, aquel artilugio que mejoraba el kinetoscopio de
Edison, el primer intento por filmar y reproducir fotografías en movimiento.
108 filmaciones de 50 segundos realizadas entre 1895 y 1905 minuciosamente
restauradas y conservando su curioso formato original del primer celuloide con
los bordes redondeados se ofrecen en este documental que obviamente es toda una
joya para losa amantes del cine y de sus curiosidades.
Thierry Frémax, que también ejerce de narrador, es el
responsable de esta película que ofrece los cortometrajes en varios bloques
temáticos (paisajes, escenas con niños, países del mundo, filmaciones
humorísticas, etc) y en el que asistimos a los primeros intentos de creación
del lenguaje y la imagen cinematográficas, heredando conceptos de la fotografía
(campo en el que se habían iniciado los Lumiére) como el encuadre, los planos,
pero innovando en el aspecto visual por el hecho de que ahora las imágenes
estaban en movimiento. En este filme encontramos no solo pedazos de la historia
del cine sino de la humanidad, ya que contemplar la primera filmación de la
historia Salida de los obreros de la
fábrica Lumiére en Lyon y otras películitas que los hermanos exhibieron en
las primeras salas cinematográficas del mundo ante el asombro de los incrédulos
espectadores de principios del siglo XX como La llegada del tren a la estación, Los herreros, El desayuno del
bebé o la que se considera la
primera comedia de la historia y la primera filmación de ficción El regador regado, constituye algo más que
un valioso documento visual. En total, hora y media de fantástico viaje por los
orígenes de todo, por un metarrelato de lo que ha supuesto el cine siempre
(entretenimiento y diversión pero también testimonio, ficción pero también
realidad) y todo ello presentado como un homenaje no sólo a los invetores del
cine sino al espectador que durante más de 120 años ha sentido, ha vivido, ha
amado, ha reído y ha llorado con el séptimo arte.
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