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No es una aproximación definitiva al mito de la
búsqueda de El Dorado ni tampoco una ambiciosa visión cinematográfica sobre las
conquistas de la Américas
en el siglo XVI, pero Oro ha conseguido ser un filme histórico más que
sugerente gracias principalmente a no quedarse sólo en la mera crónica e ir más
allá mostrando una pequeña pero clara metáfora sobre la ambición humana, el
idealismo y los aspectos más oscuros de la personalidad española (envidias,
venganzas, prejuicios, rencillas…) Si tenemos en cuenta que en guión se
encuentra el ínclito y siempre controvertido Arturo Pérez-Reverte - esta vez a
partir de un texto hecho directamente para el filme- nos podemos hacer una idea de todo lo que se
toca en esta película dirigida con el oficio y buen hacer habitual de su alter
ego en el arte fílmico Agustín Díaz Yanes (Alatriste):
una visión intrahistórica descarnada, oscura y cruel, abundancia de personajes
todos ellos con marcada personalidad y un cierto pesimismo en todo lo tocante
al devenir de la historia española. La conquista y colonización de América es
siempre un filón inagotable que Yanes y Perez-Reverte explotan esta vez de
lúcida y esforzada manera consiguiendo
una película tan interesante como a veces irregular y con algunos claroscuros.
La conquista de la mítica (e inexistente) ciudad de El
Dorado por parte de los españoles en el Nuevo Mundo ya ha sido tratada en el cine en otras ocasiones con desiguales
resultados y siempre centrándose en la figura de Lope de Aguirre (Aguirre o la Cólera de Dios (1972)
de Werner Herzog; El Dorado (1988) de
Carlos Saura) pero en esta ocasión la historia se centra en unos personajes
ficticios, una expedición de treinta hombres y dos mujeres listos a encontrar
la ciudad con edificios hechos de oros en la selva amazónica. Un reparto
competente con lo más granado de la interpretación española -y de diferentes
generaciones- consigue que lo que debía ser una crónica épica con sus momentos
de intriga, violencia y por que no de acción se convierta también en un drama
de personajes situados todos en un entorno y contexto peculiar y
desconcertante. Porque, como ya se sabe, lo salvaje (físico y moral) fuerza a
mostrar al ser humano lo peor de si mismo, y en ese sentido si a ello unimos la
ambición desmedida e irracional por encontrar a toda costa algo tan preciado
como el oro, tenemos un panorama de destrucción, crueldad, envidias y
traiciones que en esta película se plasma sin ambages ni remilgos. Una lucha
que al final se torna encarnizada y que trata de demostrar además que el odio y
la intolerancia es algo bastante intrínseco en la esencia española. Un honrado
e intrépido pero ambigúo capitán, Martín Dávila (Raúl Arévalo), un veterano
sargento, Bastarrués (José Coronado) que desconfía tanto de sus superiores como
de los soldados, un despiadado mercenario y cazador de esclavos capaz de
cualquier cosa para conseguir sus
propósitos, el Alférez Gorriamendi (Oscar Jaenada); un viejo capitán, Don
Gonzalo (José Manuel Cervino,) más preocupado por el bienestar y la virtud de
su joven esposa Doña Ana (Barbara Lennie) que les acompaña en la expedición que
de sus hombres; un pendenciero y materialista soldado andaluz, Barbate (Antonio
Dechent); el Pater Vargas (Luis Callejo) un clérigo que sigue a rajatabla su
propósito evangelizador o Ulzama (Andrés Genrtrúdix) el escribano de la
expedición que aporta un oasis de instrucción y sensatez son algunos de los
personajes principales en un cast que incluye también a Juan José Ballesta,
Juan Diego, Anna Castillo, Juan Carlos Aduviri o Diego París. Interesante el
trabajo del reparto pese a que Ballesta o Castillo no están muy creíbles como
personajes de época por su dicción. Es muy curioso, pero el personaje de Juan
Diego, el militar desertor Manuel Requena recuerda mucho al de Dennis Hopper en
Apocalipse Now en lo que parece un
oportuno homenaje a El Corazón de las
Tinieblas de Joseph Conrad y la mítica película de Coppola que en ella se
basó. Puede que el (nada gratuito) exceso de violencia y sangre no sea del
gusto de todos los espectadores y que el ritmo de la película decaiga en no
pocas ocasiones, además de algunos recursos de guión claramente discutibles,
pero Oro no defraudará a pesar de no ser tampoco nada del otro jueves.
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