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El ser demasiado prolífico no le está beneficiando a
Alex de la Iglesia. El
ritmo casi woodyalleniano al que está estrenando últimamente sus películas hace
que los filmes por debajo de las expectativas empiecen a aparecer de manera demasiado
frecuente, como ya ocurrió con El Bar
(2016) y ocurre ahora con esta nueva cinta, en realidad un proyecto de encargo
de la productora Atresmedia que en realidad es un remake de la comedia italiana
Perfetti Sconosciuti (2016) aunque el
guión adaptado lo firme el inseparable tandem de la Iglesia-
Guerricaechevarría. El tema de trasfondo no puede ser más
atractivo para el gran público: el poderoso influjo de los móviles
(especialmente los mensajes watsapp y los SMS) en la gente, así como su intención
de denuncia social con claros elementos psicológicos también puede resultar
llamativa al espectador más exigente y con ganas de un filme con algo que
decir; sin embargo la película en si no consigue salirse de lo previsible y se
entregada al trabajo de sus siete intérpretes principales- más que correcto,
por otra parte- para dar un poco de sustancia a la historia, principalmente por
medio de diálogos naturales y cotidianos pero elaborados, una puesta en escena
teatral especialmente en los espacial y buenos momentos que el reparto afronta
con eficacia. Pero una historia verdaderamente original, ingeniosa e
interesante brilla por su ausencia y ni los consabidos guiños costumbristas
contemporáneos que la ocasión requería se libran de caer a veces en lo fácil y
lo obvio.
Pese a que la galería de personajes resulta
interesante y el curioso meollo de la historia transcurre a veces de manera
esforzada pero irregular, la sensación final es insatisfactoria. Una grupo de
siete amigos de entre 35 y 50 años- tres
parejas y un recién divorciado- se disponen a compartir una a priori agradable
cena en el domicilio de uno de los matrimonios y durante la velada se propone
el “juego” de leer cualquier mensaje del móvil y contestar con el altavoz a
todas las llamadas recibidas con el fin de demostrar que ninguno tiene
secretos. Obviamente, enseguida aparecerán los líos y ocultaciones de cada uno
así como todas las llamadas y watsapps van mostrando y sacando lo peor de cada
uno de ellos incluidos aspectos desconocidos por el resto. La cosa se irá
complicando y la tragicomedia hará acto de presencia. Una lástima que el juego
psicológico se reduzca principalmente a líos amorosos y similares- con la
excepción de un momento de tensión paterno-materno-filial en una de las parejas-
aunque la reflexión final como reflejo de la hipocresía de muchas personas
tenga su aquel. Belén Rueda y Eduard Fernández como Eva y Alfonso, la
cincuentañera pareja de anfitriones, ella psicóloga y el cirujano, Ernesto
Alerio y Juana Acosta como Antonio y Ana, una matrimonio de abogados
aparentemente sin problemas, Dafne Fernández y Eduardo Noriega como Blanca y
Eduardo la pareja más joven y feliz, y Pepón Nieto como Pepe, un profesor de
gimnasia en paro que se postula como el perdedor del grupo, conforman un
curioso grupo de personajes que sin embargo no da todo su potencial en la
historia, lastrada bastante por el tono esperpéntico que va adquiriendo al
final sin que este aporte gran cosa. Para su próxima película, Alex de la Iglesia tal vez debería esperar
más tiempo, tener ideas realmente interesantes en poco margen temporal es
difícil.
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