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La cada vez más desaliñada imagen pública y artística de Joaquin Phoenix
parece supeditar su carrera y encasillarle en papeles oscuros, desastrados e
inquietantes: esto ocurre en esta curiosa producción británica rodada en EEUU
en donde el actor lleva prácticamente todo el peso específico de una historia
oscura, violenta y de enorme contenido psicológico por otra parte nada
reconfortante. Entre el thriller, el drama y la denuncia y con un trasfondo
onírico de pesadilla casi lynchiano- aunque contenido- este resulta un filme
tan sugerente como irregular y desde luego que no apto para un amplio público. La
historia nos presenta a Joe, un antiguo soldado de oscuro pasado y evidente
desequilibrio mental y emocional que se
dedica a ser una especie de mercenario y cazador de recompensas mientras los
abruptos recuerdos de su infancia problemática y de ciertos espeluznantes
acontecimientos de su pasado le persiguen literalmente provocándole alucinaciones
en gran parte relacionadas con sus tendencias suicidas. Joe se dispone a
liberar a la hija de un congresista secuestrada por una red de trata de
blancas, un misión que al tiempo que parece ennoblecerle le hace proyectar su
yo más violento, destructor y psicótico.
La crítica a un mundo hipócrita y corrupto
representado por políticos que rozan la criminalidad y aparentes ciudadanos que
en realidad se dedican a turbios asuntos aparece en este filme de una forma
turbia y simbólica por medio también de recursos inusuales como flashbacks
esquizoides, imágenes rápidas, tomas de vídeo de seguridad y en definitiva todo
lo que habita en la atormentada mente de su protagonista, sin ahorrar imágenes
impactantes, sanguinolentas o desagradables. La directora Lynn Ramsay demuestra
ser una cineasta con bastante que decir y Phoenix realiza un interesante
trabajo tal vez demasiado encorsetado a su ya comentada imagen. Es cierto que
el filme tiene altibajos de intensidad y que sus recursos narrativos más
insinuados que explícitos pueden resultar de difícil digestión a demás de
resultar absurdamente pretenciosos en algunos momentos, pero el buen hacer se
impone en la película en casi todo el metraje.
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