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Esta claro que Roman Polanski no tiene ya nada que
demostrar como cineasta, y es por ello que un filme decididamente menor en su
filmografía como es este su último trabajo, y además bastante irregular, sea
casi perdonable en un director con más de 60 años de trayectoria artística. Basado en hechos reales, un thriller
psicológico con elementos casi terroríficos que pese a estar basado en una
novela de Delphine de Vigan es una obra cien por cien con los elementos
característicos del Polanski más intrigante y sobrecogedor, pese a todo no es
una película deficiente: hecha con habilidad y con el gran oficio del director,
logra su propósito de mostrarnos el extraño
dualismo mental de los creadores de narraciones de ficción en su
vertiente más esquizofrénica así como la complejidad de la creación literaria,
pero el otro pilar temático del filme, el de la relación-simbiosis entre el
ídolo y el admirador queda insatisfactoria
desconcertantemente plasmado por su empeño en incluir el “nada es lo que
parece” de una manera poco clara y demasiado ambigua y hasta a veces torpe.
El
principal acierto de la película es el de otorgar el protagonismo a dos
mujeres, las cuales llevan a cabo una extraña relación que se antoja como las
dos caras de una misma moneda. No es nada reprochable el trabajo de Emmanuelle
Seigner, la esposa de Polanski como Delphine Dayrieux, una exitosa escritora
que tras publicar su más aclamado (y personal) trabajo se encuentra ante
el complicadísimo reto de superarlo, y
el de Eva Green como Elle, una misteriosa joven que trabaja como escritora en
la sombra de celebridades y que se confiesa como la más entusiasta admiradora
de Delphine: una extraña relación de amistad y de inspiración recíproca se
establecerá entre ellas, algo que la atormentada escritora aprovechará para
encontrar el contenido de su próxima novela basándose en la inquietante
historia personal de Elle, mientras que esta parece decidida a forzar que su
idolatrada nueva amiga haga un nievo libro basándose a su vez en la propia
biografía de Delphine. Aunque el juego psicológico no está mal logrado, algunos
agujeros de un guión que se infla y desinfla con facilidad (elementos que
parecen clave no se explotan a penas) y el empeño en presentar al personaje de
Elle como una femme fatalle villanesca de serie b dan al traste en la
consecución de cotas mayores en el filme. Para rematarlo, los compases finales
y el final en si parecen vagos y faltos de convicción. Pero Polanski es mucho
Polanski e incluso sus faltas de acierto nos siguen pareciendo geniales.
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