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Esta opera prima en largometraje de Celia Rico supone
sin exagerar una de las mejores películas españolas de lo que llevamos de año
(y teniendo en cuenta que se está acabando ya). Rodada con un planteamiento
argumental reconocible por muchas
personas no ya solo por la cotidianidad de sus premisas (por una parte una hija
veinteañera se quiere emancipar del nido familiar con las tiranteces que eso
puede provocar en una familia, y por otra, el duelo ante alguien desaparecido),
sino por también por lo claramente identificable que resulta el juego psicológico
y emocional- magistralmente plasmado en todos los niveles- entre madre recién
viuda e hija, que de una relación de interdependencia y en un momento más bien
crítico ha de pasar fortuitamente a otra que obliga a reconstruir la visión del
futuro personal, especialmente en lo que a la vivencia de la madre concierne. Dos
estupendas actrices, Lola Dueñas (Estrella, la madre) y Anna Castillo (Leonor,
la hija) hacen posible el apabullante juego emocional de estos dos personajes un
tanto perdidos y en busca de un nuevo un sentido a sus vidas, expresado en
miradas, silencios, frases de doble sentido y situaciones significativas.
La puesta en escena es minimal y naturalista y el guión,
con no muchos diálogos, es sencillo y escueto. Todo el peso recae en los
actores- especialmente las dos protagonistas- y en las emociones que tratan de
trasmitir. Leonor, una muchacha que pese a la precaria situación anímica de su madre-
y es suyo propio- esta dispuesta a dar
el primer paso para independizarse a sus 20 años yéndose a vivir un año a Inglaterra,
está realmente preocupada por su madre a la que adora, mientras que Estrella no
desea que su hija, su principal sustento afectivo, abandone el nido pero nuevas
situaciones vitales le harán comenzar a reconsiderar su posición. Es esta una
historia de cariño y ternura contenida y muy atenuada y de tristeza sutil que
no se desborda en ningún momento. Una historia con mayúsculas que demuestra que se puede llegar a conmover con
leves pero muy certeras y creíbles pinceladas.
Lo de Anna Castillo es un misterio para mí. La descubrí en "Estoy vivo" y pensé que era un lamentable error de casting ya que para mí, estaba entre las peores interpretaciones de una serie que contaba con notables aportaciones en ese sentido. Y me daba rabia porque Anna me recordaba con su agraciado físico a Lea Massari, de hecho hubiera podido ser una nieta suya. Lo curioso fue que cuando la vi en "Arde Madrid", la estupenda serie de Paco León, me pareció que ahí clavaba su personaje y la duda que ahora tengo es si es que, a lo largo de los tres últimos años, ha evolucionado una barbaridad en su profesión o es que Paco León la supo dirigir magistralmente. No la he visto en nada más, así que queda pendiente para mí la valoración sobre su trabajo...
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