**** y 1/2
Sin duda alguna Carlos Vermut ya es un cineasta de
referencia dentro del cine español. Tras la premiada y críticamente aclamada Magical
Girl- una de las mejores películas españolas de la década de los 2010- el director madrileño (de verdadero nombre
Carlos López Rey) vuelve a dar en la diana con un drama-thriller que reincide
estética y conceptualmente en varios elementos de Magical Girl, como son imágenes
poderosas y turbadoras, parquedad narrativa, momentos simbolistas desconcertantes
y cierto trasfondo irreal y fantástico. En este tercer largometraje de Vermut
es de nuevo evidente la influencia de David Lynch, aunque para esta ocasión con
algunas gotas de Hitchcock – otra admiración confesa del director- , el Brian
de Palma de sus mejores años y, por que no, el Iván Zuleta de Arrebato que también estaba presente en Magical Girl. Es cierto que Quien te cantará no supera a aquella
película, pero de nuevo resulta un film de bandera al que su cripticismo y
alguna irregularidad menor le impiden ser una obra maestra al cien por cien.
Llevando a cabo una sui generis deconstrucción del género musical, la historia
nos muestra hasta donde puede llegar una crisis de identidad así como a costa
de que sacrificios se puede alcanzar el éxito al tiempo que se pregunta que es
exactamente eso y si en realidad merece la pena.
Quien te cantará gira en torno al mundo de la música-
el negocio musical, más concretamente- y de las
mujeres. Por un lado se encuentra la cantante Lila Cassen (soberbia Najwa
Nimri), una estrella de la canción retirada 10 años atrás que cuando
precisamente va a volver a los escenarios pierde la memoria en un accidente, y por
el otro su inesperado alter ego, Violeta (Eva Llorach, también magnífica) una
camarera que vive modestamente con su hija de 23 años (Natalia de Molina) -a la
que tuvo de muy joven y que literalmente la somete- y que es una fan absoluta
de Lila y gran imitadora suya; por iniciativa de Blanca (Carme Elías), la
manager y amiga de Lila; Violeta será contratada para volver a enseñar a cantar
y a actuar sobre un escenario a una desnortada Lila, quien parece no ser la
misma en todos los sentidos tras el accidente pareciendo rebelarse contra su
propia persona y su status. Un juego de identidades y desdoblamientos comenzará
entre las dos mujeres, quienes parecen dispuestas a dejar atrás sus respectivas
vidas pasadas al tiempo que un múltiple y perverso juego de dependencias
vitales y emocionales a cuatro bandas parece urdirse entre Blanca, Violeta,
Lila y Marta, la hija de Violeta. Tanto la dirección interpretativa como la deslumbrante
puesta en escena que combina los sugerentes y luminosos exteriores de la costa
gaditana con los modernos y fríos interiores de la mansión de Lila y su asaz
irreal mundo hecho al modo de un escenario artificial ayudan a elevar al filma
a una experiencia visual y narrativa de enormes magnitudes en donde sus
protagonistas femeninas se comen la historia haciendo fascinantes los muchos
giros de guión y los momentos más inquietantes del relato.
La música (firmada por Alberto Iglesias) cumple como
era de esperar un papel pivotal en el devenir de la historia y los momentos en
que suenan las canciones de Lila Cassen, interpretadas por Najwa Nimri en el
rol de Lila o por Eva Amaral cuando es el personaje de Eva Llorach el que
canta, son fascinantes y una vez más, davidlynchianos. También con referencias
un tanto desconcertantes a Blade Runner
o al cine de terror, la película captura al espectador sobre todo al final de
la misma cuando se da cuenta de la alucinante estructura de espejo recíproco de
los personajes y sus vidas y motivaciones. De lo mejor del cine español de
2018.
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