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Últimamente se hace difícil poder ver películas
históricas repletas de buen cine y con amplitud de miras y en este sentido esta
solemne producción británico-estadounidense sobre un personaje tan sugerente
como María Estuardo las tiene todas para entusiasmar a los amantes del cine
histórico y del buen cine en general. Coincidiendo en nuestras pantallas con
otro excelente filme sobre la monarquía británica en el pasado, The Favourite, esta Mary Queen of the Scots es una película totalmente diferente a
aquella en cuanto a que aquí se pretende contar de una manera rigurosa no
exenta de dramatismo y de épica, claro está, un hecho histórico significativo
con la pulcritud que la ocasión requería. La tumultuosa y azarosa vida de María
Estuardo (1542-1587), reina de Escocia prima de Isabel I que después de haberse
criado en Francia regresó a Gran Bretaña para ocupar el vacante trono escoto y
de paso aspirar a convertirse en la sucesora de Isabel ante los recelos de la
monarca y los nobles, ya había sido objeto de películas, series de televisión y
novelas pero este filme dirigido con una sorprendente precisión y oficio por
una directora teatral debutante en el cine, Josie Rourke, bien puede
considerarse como la película definitiva sobre el personaje. Una puesta en
escena cuidada y sorprendentemente naturalista fruto sin duda de la filiación
teatral de la directora, una ambientación histórica de diez con una atmósfera
sobrecogedora y pictórica (inspirada en las pinturas de la época), un vestuario
apabullante y unas interpretaciones esforzadas y notables a cago de Saoirse
Ronan (María) y Margot Robbie (Isabel) consiguen una película brillante que
anuncia que Josie Rourke puede ser una gran directora cinematográfica. Tal vez
un cierto hieratismo formal y un peso específico de algunos personajes
secundarios no conseguido- y a pesar de que la dirección de actores en general
y las interpretaciones son inmejorables-
lastran de cierto modo las bondades de la película, pero en ningún
momento desnivelan decisivamente la balanza.
El ritmo narrativo del filme es conciso y matizado
como corresponde a una película histórica que trata de narrar unos hechos a lo
largo de más de 25 años, aunque por eso mismo a veces acontecimientos y
situaciones se fuerzan demasiado. Pero en lo que en realidad se centra el
libreto es en la ambición justificada de una mujer, María, que sencillamente
reclamaba lo que a ella le pertenecía en un mundo de ambición y desconfianza en
medio de un contexto en donde los conflictos religiosos (protestantes
presbiteranos escoceses por un lado, anglicanos ingleses por otro y finalmente
católicos de toda Gran Bretaña como ella) luchaban por alcanzar cotas de poder
mientras que diferentes intrigas palaciegas trataban de utilizar para su
beneficio a la reina Isabel I, una mujer ya de por si codiciosa pero que ante
la inesperada e indeseada competencia de su prima se mostró vulnerable y
confusa: un mundo violento y casi salvaje en el que dos mujeres con poder -en
un mundo en donde los hombres eran los que eran realmente poderosos- entablan
una extraña relación de odio-respeto-celos que acabará en tragedia debido a la
enconada rivalidad entre ambas. Para ilustrar todo esto, desde luego que el
duelo interpretativo entre Robbie y Ronan está totalmente a la altura con esta
última demostrando lo grandísima actriz
que es a pesar de su joven edad. Una injusticia que no haya estado
nominada a los Oscar.
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