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La verdad es que no dice nada bueno del estado de la
industria del cine (y audiovisual en general) el ritmo de cadena de montaje con
el que Marvel Studios pare sus películas además de todo la cansina y maquiavélica
maquinaria de marketing con que arropa sus estrenos, por no hablar de cómo
mediante contratos de infinidad de ceros ha conseguido una plantilla fija de
estrellas que pululan por las diferentes películas basadas la mítica editorial
de cómics y que años atrás cualquier productor o realizador hubiese deseado
reunir en algún filme hasta darse cuenta de que aquello era imposible. Bueno,
hasta que la ínclita división cinematográfica de Marvel (especialmente después
de su compra por la no menos ínclita Walt Disney Pictures, compañía de la que
por cierto podríamos redactar parrafadas sobre el dudoso beneficio que está
generando últimamente a la industria del entretenimiento con su política de
compra de firmas a lo bestia) impuso su modus operandi grandilocuente destinado
a producir las películas más taquilleras. Y en ese sentido, esta cuarta entrega
de la serie Los Vengadores - aunque
cuarta entrega es un decir debido a las concomitancias de esta saga con
cualquier otra película de héroes Marvel- trata de ser un filme definitivo
dentro de su universo superheróico y un regalo para los fans de estos filmes y
por supuesto con idea también de atrapar nuevos espectadores, esto último algo
que la mayor parte de sus filmes anteriores en mayor o menor grado lo han logrado.
Esto es un negocio, señoras y señores, y aquí ningún esfuerzo para lograr la
máxima rentabilidad es lo suficientemente grande. En estos momentos, con una
fanbase mayor que las versiones de sus personajes en tinta china (no cabe duda
de que estos filmes han ampliando el espectro generacional de los seguidores
del universo Marvel) y una positiva inercia en taquilla, Marvel Studios y
Disney siguen dispuestos a ir a por nuestro dinero ofreciendo espectáculo y
épica bélica- esto último vende inquietantemente bien en los últimos tiempos- sin
que por desgracia se altere demasiado el concepto del arte cinematográfico y,
lo mas chocante, nadie sienta más deseos de leer cómics.
¿Y entonces, por qué pierde usted el tiempo y nuestra paciencia escribiendo sobre estas minucias? Máxime cuando he tecleado el título de su blog asociado a "Comanchería" y no he obtenido resultado. ¿Es posible que en un espacio dedicado al cómic, el deporte, etc, etc... y ¡EL CINE! y cuando estamos a primeros de mayo de 2019, no haya usted hecho la menor mención de una de las mejores películas de la década?
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