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Tal vez le haya faltado mayor concreción y definición
a Louis Garrell en su quinto filme como director porque el resultado por
desgracia no se ha correspondido con las intenciones y estas eran ni más ni
menos que hacer una revisión contemporánea de la Nouvelle Vague, un propósito
demasiado ambicioso que el actor-director pese a un esfuerzo evidente no ha
sabido llevar a buen puerto. Partiendo del melodrama, la comedia y el romance
(aunque esta película no se pueda catalogar de comedia romántica), se ha
construido un filme con buenos momentos e interesantes diálogos pero que como
comedia funciona sólo intermitentemente y todo su elemento más o menos
dramático esta inserto en una historia de amor-desamor rocambolesca y poco
creíble. Es cierto que el joven Garrell ha sabido presentar perfectamente al
protagonista al cual interpreta, Abel, como una buena muestra de la inseguridad
del ser humano (bueno, la inseguridad del género masculino en particular) pero el
personaje resulta tan ingenuo y contradictorio que es imposible creérselo al
cien por cien y eso que Garrell hace una buena interpetación. La confrontación
de este personaje con dos mujeres con las que vive una relación amorosa,
Marianne (Laetitia Casta, pareja en la vida real del realizador) y Eca
(Lily-Rose Melody Depp, hija de Johnny Depp y Vanesa Paradis) se traza desde
una óptica que trata de ser feminista según el director y el guionista (ni mas
ni menos que el veterano Jean-Claude Carriere) pero que no deja de ser contradictoria.
Así, pese al esfuerzo por adoptar algunos de los
cánones narrativos este de aquel cine que revolucionó el séptimo arte europeo
en los 50 esta no deja de ser en realidad una película de hoy con una premisa
sobre el mundo de las relaciones amorosas que ya ha aparecido en muchísimas
obras de ficción y que finalmente no aporta anda nuevo ni interesante. No
obstante el filme tiene sus virtudes especialmente en lo tocante a su puesta en
escena y a sus más que interesantes interpretaciones, pero en ningún momento se
consigue una sensación de digamos completitud. Y por si fuera poco su escasa
duración (75 minutos) también deja cierta extrañeza.
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