**** y 1/2
Pese a tratarse de una un tanto exagerada metáfora no
exenta de caricatura y de un cierto halo de irrealidad, resulta total la
honestidad de este filme en su propósito de mostrar las bases de las
estructuras sociales en nuestro mundo actual, en donde aún persiste -y a buen
seguro seguirá existiendo por muchos años- la división entre ricos y pobres sin
posibilidad de solución. Y aunque sea centrándose en el caso concreto de Corea
del Sur (una potencia económica pero aún con contrastes) lo cierto es que el
mensaje es perfectamente universalizable aún admitiendo las peculiaridades
culturales y sociales asiáticas que se reflejan también en esta película: no
hay escapatoria posible, los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más
pobres, haga lo que se haga y se intente lo que se intente. Joon-ho Bong, un
cineasta enormemente hábil e inteligente y con unos planteamientos en su cine
para bien o para mal bastante occidentalizados dentro de una industria
cinematográfica surcoreana cada vez más valiosa, firma una película asombrosa,
sobrecogedora, impredecible y cambiante echando mano de diferentes géneros que
parecen sucederse de manera fortuita e inesperada durante todo el metraje pero
siempre con ese tono de ácida y cruel sátira que desborda el teórico
planteamiento de drama-comedia inicial para adentrarse en un inquietante grand
guiñol que va haciéndose más bizarro por momentos hasta llegar a un desenlace
un tanto excesivo y con un epílogo demasiado largo. Pero todo lo que se ve en Parásitos es un espectáculo visual,
narrativo y cinematográfico de primer orden que puede que algunos espectadores
les deje confusos pero que con paciencia y siendo tolerante con su progresiva
extrañeza conceptual y narrativa puede llegar a ser toda una experiencia.
Una familia coreana modesta con todos su miembros en
paro, los Kim, sobrevive en su modesta vivienda con trabajos miserables para
toda la familia hasta que su hijo mayor Ki-woo (Choi wo-shik) consigue
fraudulentamente gracias a un amigo un trabajo de profesor particular de inglés
para la hija adolescente de una rica familia que vive en una moderna y lujosa
mansión consiguiendo también que su hermana Ki-jeong (Park so-dam) se coloque
en esa misma casa como educadora especial del hijo pequeño de la familia, de 9
años, sin tener ni idea de la materia. Ambos jóvenes le van cogiendo el gusto a
esto del engaño y ante la perspectiva de que su familia pueda progresar
económicamente hacen que contraten a sus padres, Ki-taek (Song Kang-ho) y Chung-sook
(Jang Hye-jin) como chofer y ama de llaves respectivamente tras hacer despedir
a los anteriores por medio de miserables tretas. Los Kim se las prometen muy
felices ante la ineptitud de sus superficiales patronos pero pronto las cosas
comienzan a cambiar alucinantemente. El espectador, que hasta la mitad del
metraje ha asimilado el tono de comedia del filme a partir de un momento tiene
que acostumbrarse a un cambios de registros que van desde el thriller, la
comedia negra, el drama puro y duro
hasta llegar al exceso tarantiniano (violencia sádica incluida) con
alguna pista falsa de otros géneros como el drama psicológico o el terror. Pero
lo más sorprendente de todo es que pese a todos estos trampantojos el realismo
social sigue impertérrito con su moraleja bien visible; un ejercicio narrativo
y conceptual sin duda magistral. Con una puesta en escena teatral y elegante y
un dominio de cada uno de los recursos de los géneros a los que la película se
asoma aunque realmente sea sólo en tono paródico, esta película es de lo
mejorcito que se ha estrenado este año aunque sus excesos terminan lastrando
sus logros y es una lástima. Por lo demás, una película de obligada visión a
todos los amantes del buen cine.
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