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Entre la feel good movie, la comedia-drama y algún liviano
ejercicio de experimentación en el docudrama se mueve la última película del
prolífico Richard Linklater cuya extensa y variada filmografía siempre tiene más
altos que bajos y ene esta ocasión sin hacer ni mucho menos un filme deficiente
el realizador tejano se queda algo corto a la hora de firmar una pieza redonda.
Basada en una novela de María Semple, de nuevo estamos ante un filme original y
que se deja ver pero sin excesivas sorpresas ni riesgo. El peso del filme reside
en una sólida y eficaz Cate Blanchett en el papel de una exitosa arquitecta ya
retirada prematuramente que al principio de la película ha huido a la Antartida
dejando a su marido y su hija adolescente con los que formaba una sólida unidad
familiar en la que ella con su personalidad arrolladora y su éxito profesional
era el pilar fundamental. Pero Bernardette Fox, como vamos viendo en la película,
no es para ella misma y para otras muchas personas esa supermujer que aparenta
ser y zambullida en un océano de dudas comienza a cometer serios errores
consecutivos que van minando su otrora ideal existencia. En definitiva, es una
historia psicológica en donde el tono amable de comedia lima los momentos más
dramáticos y en donde un tono positivo- el emanado principalmente por su
personaje principal, al mismo tiempo desesperado y confuso pero enormemente
voluntarioso- añade dosis de esperanza a una historia tragicómica.
Linklater se afana por insertar algún hallazgo más o
menos original desde el punto de vista narrativo (insertos de entrevistas en
plan documental, una curiosa y completa exposición de la obra de Bernardette
como si de una arquitecta real se tratara) pero el grueso de la película es curiosa
historia, muy agradable la mayoría de las veces pero en ocasiones parece perder
el hilo. Es la crónica de un cambio personal (¿a mejor, a peor?) con la que
muchos espectadores puede que se identifiquen pero a otros es posible que no
les diga nada y les recuerde a otras historias parecidas. Con todo, resulta un
filme honesto, muy bien dirigido y con abundancia de matices. A Blanchett le
secundan de manera más que aceptable Billy Cudrup como Elgin, el amrido de
Bernardette y la prometedora debutante Emma Nelson como su inteligente y
sufrida hija Bee. Y como en la mayoría de los filmes de Richard Linklater la música
cobra su protagonismo, en esta ocasión el clásico de Cindy Lauper Time After Time, bellísima balada, suena
en un momento crucial. Puede que se espere más de Linklater, pero lo cierto es
que no defrauda nunca.
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