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Sin recurrir a los tópicos del cine judicial y
apostando por el drama psicológico y familiar, este curioso filme galo sin
levantar mucho el tono termina siendo una obra sólida que realizada con enorme
esmero ofrece una novedosa y sensible visión de un juicio por supuesto
asesinato. Tanto desde la perspectiva de la acusada -una menor de edad- como de
la de su familia, la película se focaliza en una amplia gama de sentimientos,
actitudes y sensaciones vividos por sus protagonistas, que van desde la desconcertante
frialdad de la adolescente de 16 años Lise (Melissa Guers) acusada de asesinar
a cuchillazos a su mejor amiga, a la desesperada y un tanto resignada vivencia
de la situación de sus progenitores (Chiara Mastroiani y Roschdy Zem) quienes pese
a creer en la inocencia de su hija en el juicio comenzarán a dudar en el momento
que descubren con sorpresa secretos en la vida de Liz. El director Stéphane Demoustier realiza un
buen trabajo con un film que juega con el minimalismo espacial (la mayor parte
de la película se desarrolla en la sala del tribunal) y la importancia de los
diálogos para conseguir que el espectador sea literalmente un asistente al
juicio de la muchacha y valore en sí mismo todas las pruebas y argumentos
presentados así como las reacciones de sus protagonistas, tanto dentro como
fuera del juicio. Realmente es difícil que una película centrada en un proceso
judicial resulte estimulante para el espectador, pero La chica del brazalete, gracias a los recursos antes citados, lo
consigue. Lo que no quiere decir que este filme tenga sus fallos, principalmente
por su cierta parquedad y morosidad narrativa.
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