***
Los campos de concentración nazis siguen siendo un filón temático de primer orden en el cine y a estas alturas cualquier película sobre su infausto recuerdo ya poco nos puede sorprender aunque estén basadas en tristes acontecimientos reales, tal y como lo ocurre a esta producción ucraniana con reparto internacional (los roles principales son interpretados preferentemente por actores alemanes) y rodada hasta en cinco idiomas diferentes. Supuestamente basada en un hecho real, lo que podía haber sido- una vez más- un brillante canto a la supervivencia se queda en una historia bien contada y muy interesante de seguir pero con escaso poder de atracción y en realidad poca originalidad de recursos pese a lo insólito e increíble de su premisa. Vadim Perelman, en otro tiempo prometedor cineasta ucraniano-canadiense (La Casa de Arena y Niebla, 1998) residente desde hace tiempo en EEUU ha regresado a su país de origen con un filme interesante y muy bien construido pero que no consigue elevarse más allá de su tono de testimonio-denuncia por formulario ni tampoco logra momentos especialmente emotivos, algo que siempre se agradece en este tipo de cintas.
Las
tribulaciones de Gilles (Nahuel Pérez Biscayart) un joven belga judío que en la
Francia ocupada de 1942 se libra del fusilamiento asegurando que es persa y
logrando así sobrevivir en el campo de concentración es el punto de partida del
filme, cuya trama principal es la insólita función del muchacho (que se hace
llamar Reza) dentro del campo: enseñar farsi (el idioma persa), idioma que lógicamente
desconoce, a uno de los oficiales alemanes del campo, Koch (Lars Eidinger)
quien desea mudarse a Irán cuando acabe la guerra y poner allí un restaurante
alemán. Gilles-Reza se inventará entonces un idioma de la manera más insólita convirtiéndose
en profesor particular de farsi del oficial nazi (además de cocinero dentro del
campo) sorteando así una ejecución segura y ganándose la confianza e incluso la
amistad de Koch pese a las continuas sospechas de este y de muchos de los
soldados alemanes. La relación entre Koch y Reza es el eje vertebral de la película
y ayudan bastante las buenas interpretaciones de Eidinger y de Pérez Biscayart,
un actor argentino que se está labrando una prometedora carrera internacional: una
relación basada en la utilidad y la necesidad (de supervivencia por parte del
falso persa) y que pone de manifiesto la hipocresía y doble vara de medir del
odio en tiempo de guerra. Por desgracia el filme no aprovecha la máxima
potencialidad de este elemento y se conforma con llevar a buen puerto un drama
humanista de alcance medio. La estupenda puesta en escena donde prácticamente
el único escenario es el campo de concentración, y una más que correcta
ambientación elevan el argumentario de un filme que no será plato para todos
los gustos pese a sus esforzadas intenciones. También se demuestra una vez más
que el futuro del cine europeo para bien o para mal está en la internacionalización
de sus temáticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario