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Acostumbrados como estamos de ver violencia exacerbada
en el cine puede que no resulte tan impactante el uso desmedido de este elemento
en el filme que nos ocupa, pero la manera en la que está tratado y filmado (fuera
incluso de coordenadas tarantinianas o de la gratuidad explicita de muchas películas
actuales) consigue cuanto menos sorprendernos. Ya no se trata de efectismo sino
el tratamiento de la violencia como elemento fundamental de la trama y del
personaje de central y en ese sentido Nadie
es un film que nos presenta a una persona cuya vida ha estado ligada a al
asesinato y a la destrucción y que aunque en un momento dado haya decidido
cambiar radicalmente su existencia, la persistencia del uso de la violencia
como modus vivendi no consigue desaparecer ni mucho menos.
El director ruso forjado en el mundo del videoclip
Ilya Naishuler debuta en Hollywood con una mezcla de thriller, drama psicológico
y filme de acción que va evolucionando y cambiando de registros sorpresivamente
conforma avanza la trama. El protagonista, Hutch Mansell (Bob Odenkirk, en un
sorprendente registro), como el nombre del filme indica comienza la historia como
un “nadie”, un hombre normal, padre de familia que trabaja en una modesta
empresa de electricidad. No es sin embargo la persona que parece ya que cuenta
con un pasado que al principio de la peli no se conoce pero que comenzará a
aflorar tras un intento de atraco en su casa en el cual se niega a agredir para
defenderse de los delincuentes. Aparentemente despreciado por su familia y por
su círculo ante su falta de valentía, Hutch decide desquitarse tomando la
justicia por su mano lo cual acarreará el resurgimiento de algo que llevaba dormido
dentro de él y que tiene que ver con su pasado. La aparición de la violencia más
extrema, filmada con profusión de planos de todo tipo y que ocupa un buen
metraje sobre todo en la segunda parte del filme, no es para anda gratuita sino
que nos muestra el verdadero carácter de su protagonista y su visión del mundo
y de la vida y plasma también las miserias de una sociedad en donde el odio y
la codicia llevan a la destrucción moral y física del ser humano, esto representado por
siniestras y sanguinarias mafias camufladas bajo aparentemente inofensivos
ropajes.
Nadie combina muy bien el estudio psicológico de un personaje complejo con un juego de represión-ocultación incluido y una crítica a una sociedad en donde el crimen y la extorsión parecen necesarios para conseguir algo. No obstante, la historia - que muchas veces puede recordar a un western- no siempre consigue discurrir correctamente y muchos de sus trampantojos no funcionan, si bien es cierto que este es un filme que avanza bastante más que un thriller de acción al uso y su tono muchas veces lúgubre no resulta en absoluto incómodo, algo que no se puede decir muchas veces de su violencia explícita, que pese a todo no resulta tan indigerible. Con todo, es positivo constatar una vez más que el cine estadounidense se atreve con registros que a priori no son muy comerciales.
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