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El cine de montaña trata de abrirse paso en la ficción
cada vez más una vez ha demostrado su riqueza como género documental. Esfuerzos
como el de este filme de Ibon Cormenzana son loables en grado máximo ya que
muestran como con recursos y voluntad se pueden trazar nuevos caminos en el
mundo de la ficción cinematográfica como en este caso que se fusiona el drama
intimista, la historia de superación y la aventura montañista. Esta claro que
un director vasco como Cormenzana iba a otorgar a una historia de tal tipo un tratamiento
especial debido a la estrecha relación entre el pueblo vasco y la montaña y
esto se nota y mucho en el resultado final. Pero no es menos cierto que como
drama psicológico y cine con mensaje La
Cima cumple también con creces.
Un reparto muy reducido con solo dos actores
principales y tres secundarios con aparición muy breve es todo lo que necesita esta
película para contar una historia cruda y emotiva que describe lo importante
que es encontrar alguna fuerza o motivación para cumplir objetivos vitales y
como esa motivación puede lograr imposibles. La lucha, la ayuda, la amistad y
el apoyo se dan cita en una cinta en donde su mensaje humanista eclipsa el
drama y adhiere un agradable mensaje de esperanza. Patricia López Arnáiz y
Javier Rey dan vida respectivamente a Ione y Mateo. La primera es una reputada alpinista
de ochomiles que vive semirretirada en una cabaña en la base del monte
Annapurna después de una carrera de éxito y dramas personales (su figura está
libremente inspirada en Edurne Pasaban) y
el segundo un escalador aficionado con otro drama que tiene como reto ascender los
8.091 m
del Annapurna y que falto de experiencia es rescatado por Ione convirtiéndose
en un inesperado (e indeseado) compañero de su autoforzada soledad. Pese a las
reticencias iniciales entre ambos se establecerá una alianza basada en el
componente emocional que les otorgará inusitadas fuerzas.
Poco importa que las escenas con los actores no hayan podido ser rodadas en el Himalaya (se ha echado mano de imágenes de archivo y de la magia digital para completar espectaculares escenas panorámicas) y que muchas escenas de montaña se hayan filmado en Pirineos en plena época de nieves: como filme de naturaleza resulta impresionante en muchas de sus imágenes, aunque tal vez es cierto que cierta carencia de medios deje en algunas ocasiones la puesta en escena a media tinta – algo que en un filme de estas características es un handicap- pero en la deslumbrante fotografía, tanto en interior como en panorámica de Albert Pascual está totalmente a las altura de las circunstancias. Por otro lado, las interpretaciones de Lopez Arnáiz- cada vez más en alza- y Rey son estupendas dando al máximo en el registro dramático y en el de aventura-riesgo (algunas escenas de montañismo las rodaron ellos mismos). El mensaje de lucha del filme es lo que más marca y es que eso es precisamente lo que trata de transmitir.
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