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Hay que comenzar diciendo que Les Choises Humaines no es un drama judicial en el sentido estricto
de la palabra pese a que un juicio constituye la base de la película ni tampoco
es una película que se proponga tratar a muy a fondo un tema tan actual como es
la violencia sexual y todas sus consecuencias y posturas sociales, pero esta claro
que es un filme hecho para reflexionar y remover conciencias sobre un asunto
bien espinoso como es donde esta el límite entre la violación y el
consentimiento. Yvann Atal (Una razón
brillante) es evidente que es un director brillante a la hora de moldear
dramas sociales más bien complejos (reflejando contradicciones existentes en la
vida real) haciendo partícipe al espectador a la hora a la hora de atar cabos
en la historia y sobre todo en valorar los hechos. Con esta película, el público
de la misma se eleva a la posición de juez a la hora de elaborar un veredicto escuchando
a los diferentes protagonistas de un caso, veredicto que por cierto oímos en el
filme y con el que podremos estar de acuerdo o no. El guión, en donde no falta
la crítica social actual en diferentes vertientes y no solo en el tema de la
violencia de género y las políticas sobre la materia, esta espléndida y
cuidadosamente dispuesto para ofrecer un relato duro pero inteligentemente
sugerente.
El joven Ben Attal, hijo del realizador, encarna muy
dignamente a Alexandre Farel, un inteligente universitario hijo de un reputado
periodista (Pierre Ardati), y de una intelectual feminista (Charlotte Gainsbourg)
que es acusado de violación por su hermanastra Mila (Suzzanne Joannet) hija de
la nueva pareja de su madre a la que acaba de conocer. Alexandre está
convencido de su inocencia y Mila de ser víctima de una agresión sexual, mientras
los padres del joven tratan por todos los medios de que todo salga lo mejor
posible para él especialmente por el revuelo mediático ocasionado al ser hijo
de dos personas públicas. La posición de Claire, la madre, por su condición de
feminista militante (enfrentada con otras feministas más radicales) queda en
entredicho mientras que Jean, el progenitor, reflexiona si su condición de
mujeriego ha influido en la conducta de su hijo. Acusaciones, razonamientos de los
protagonistas, contradicciones en las declaraciones legales, reflexiones sobre
la masculinidad y la sumisión de las mujeres, recapitulaciones de los hechos,
todo desfila con buen hilo conductor hasta llegar al momento culminante del
juicio que narrativamente se superpone con flashbacks del momento de los
acontecimientos en donde no se nos muestran intencionadamente momentos clave,
tal vez ni siquiera haga falta.
Es cierto que la duración un tanto dilatada del filme lleve a veces a la fatiga y que falta cierto elemento pasional, pero es que El Acusado es un trabajo que trata de ser realista y no ceñirse demasiado a apaños estilísticos del medio cinematográfico. El reparto, donde también se encuentra Mathieu Kassovitz, está estupendo tal y como corresponde a un filme de estas características. Una película necesaria y honesta.
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