*** y 1/2
Ante la imposibilidad de que The Mousetrap (La Ratonera)
-la celebérrima obra teatral de Agatha Christie representada en Londres casi de
manera continua desde 1952- tenga su adaptación cinematográfica ya que por cláusula
contractual esta no puede hacerse hasta seis meses desde que deje de
representarse (algo que no se sabe si algún día sucederá) aquí tenemos un
curioso y delicioso pastiche en forma de esta comedia-thriller cuyo marco es
precisamente una de las primeras representaciones de dicha obra contando una historia
ficticia: en el Londres en 1953 tiene lugar un director de cine estadounidense Leo
Kopernick (Adrien Brody) que pretende llevar a la gran pantalla la obra de
Agatha Christie es asesinado en el escenario vacío del teatro donde se
representa coincidiendo con la representación número 100. Huelga decir que estamos ante un homenaje al
mundo de la Christie pero no solo eso: un ejerció de metanarración principalmente
desde la perspectiva cinematográfica (pero también bajo premisas del mundo
teatral, ya que este campo recibo lógicamente su (logardo) homenaje) que busca
el guiño cómplice del público sin dejar de ser una historia detectivesca de whodonnit (como La Ratonera) y un comedia satírica que parodia el cine negro, la
ficción policiaca y detectivesca y el tono del cine de crímenes de los
cincuenta. El resultado ha sido bastante satisfactorio aunque sin excesivo
sentido del riesgo en una película entretenida y a ratos sublime pero que a
veces puede pecar de predecible incluso en sus momentos de homenaje y en su
pretendida vocación manierista. Ene se sentido se aprecia cierta influencia de
Wes Anderson (en un tono más contenido) e incluso de almodóvar, referencia
confesa del director, aunque eso sí en todo en un tono deliciosa y genuinamente
british.
Tom George dirige con clase y oficio un reparto
coral eficaz con nombres de relieve de la escena teatral británica algunos no
muy conocidos para el público fuera de las islas. Además del norteamericano Adrien
Brody los otros rostros más o menos célebres corresponden a la pareja de policías
protagonistas: el también yanqui Sam Rockwell
dando vida al embarullado inspector Stoppard, encargado de investigar el crimen
y la irlandesa Saoirse Ronan como la agente Stalker, una joven policía de
Scotland Yard aparentemente ingenua pero que casi siempre resulta más eficaz
que Stoppard. En la historia nos encontramos con personajes reales como los actores
Richard Attenborough (Harris Dickinson) y su esposa Sheila Sim (Pearl Chanda) o
incluso la propia Christie (Shirley Henderson) interactuando con otros ficticios
en una historia retorcida y con sus consabidos giros de guión que busca la
entrega inteligente del espectador. La acumulación de los tópicos de las
historias de crímenes y detectives y de la propia literatura de la escritora
homenajeada aunque necesarios y oportunos puede que no siempre funcionen con
eficacia pero el desarrollo de la película sabe mantenerse a flote y al final se
puede decir que la película convence incluso a aquellos que en algunos momentos
les cueste digerir el tono metarreferencial de la película. Se dice que puede
haber secuela con los protagonistas, pero sinceramente lo mejor sería dejarla
así, como una pequeña y modesta joyita.
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