*****
La Concha de Oro del Zinemaldia de Donostia de 2022 se
la llevó esta cinta colombiana, un esforzado trabajo cinematográfico y
narrativo que desde la cónica social trata de presentar una cruel fábula sobre
el destino de los más desfavorecidos y la imposibilidad de librarse del estigma
de la marginalidad. No es la primera vez que un país como Colombia lega una película
como esta, filmada con jóvenes actores no profesionales casi interpretándose a
ellos mismos en el cruel entorno de la pobreza de los barrios colombianos donde
la subsistencia es casi una aventura, pero tal vez este sea hasta el momento el
mejor filme de este tipo que se haya hecho jamás hasta la fecha; no solo se
queda en el realismo sino que avanza en un simbolismo formal de tono poético mediante el cual traza un
mensaje global aplicable a realidades similares en diferentes partes del globo
(no solo en Latinoamérica) y convierte una historia aparentemente anecdótica en
toda una epopeya y sobre todo un viaje de maduración (y desencanto). Un
magistral trabajo el de la directora y coguionista Laura Mora que sin duda será
recordado en años venideros como un clásico del cine hispanoamericano.
Los Reyes del
Mundo se estructura como una road
movie que ilustra un viaje a la ilusión, el de cinco adolescentes de la calle
que abandonan Medellín en busca de un “tesoro” en forma de las tierras que ha
heredado en una aldea de la Colombia profunda el líder del quinteto, Rá (Carlos
Andrés Castañeda). A este le acompañan Sere (Davidson Flores), Nano (Brahian
Acevedo), Winny (Cristian Campaña) y Culebro (Cristian David Duque), todos
chavales huérfanos criados en un entorno callejero hostil y violento que ven en
la huida al campo una adquisición de libertad que en la ciudad llena de
peligros les era negada pero no tardarán en darse cuenta de que las cosas será,
igual de difíciles o incluso peores en un retrato bastante pesimista de la Colombia
actual, a lo que se une que su condición de marginales y perdedores siempre es para
ellos un prejuicio, una condición o c
una necesidad de la que les es imposible librarse por diferentes razones. Un excepcional
trabajo interpretativo el de estos muchachos cuya naturalidad y espontaneidad
esta fuera de toda duda- el filme está hablado mayormente en el argot callejero
medellinense, casi incomprensible y por ello el filme está subtitulado- regalando
además momentos dramáticos de primer orden. Movidos siempre por ideales de
camaradería y lealtad y relación casi familiar pero al mismo tiempo marcados
por la violencia y la amenaza siempre persistente de la muerte, los chicos
intentan encontrar el mejor lado posible en los lugares y con la gente que se
topan y lo cierto es que en ocasiones acaban encontrándolo, pero la tragedia,
el odio y la codicia que rodean otros muchos de los ambientes a los que acceden termina dando al traste esa
búsqueda de la felicidad y de la esperanza, esto último representado en el
filme con un curioso símbolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario