La reactivación como cineasta que el ya casi mítico
Paul Schrader experimentó hace dos años con El
Contador de Cartas al menos no ha sido flor de un día: su nuevo filme, un
drama thriller introspectivo con la oscuridad marca de la casa, resulta un
trabajo más que correcto y con mayor atrevimiento que el que un cineasta más joven
podría tener ante una historia similar. Eso si, no es un filme redondo y se sitúa
bastantes peldaños debajo de aquella pequeña sorpresa que fue su anterior cinta,
pero aún así resulta todo un pequeño regalo para los amantes de aquellos
thrillers de los 70 y 80 con profundidad psicológica y personajes atormentados
(aunque prácticamente sin las prescriptivas dosis de violencia desatada).
La película se centra en un personaje, Narvel Roth, interpretado por un Joel Edgerton que firma el mejor papel de su carrera, un taciturno y enigmático pero entregado jardinero jefe del personal que trabaja de los jardines de una rica propietaria, Norma Haverhill (Sigouney Weaver), una mujer madura también inquietante además de posesiva y con la que Narvel mantiene una extraña relación. A petición de Norma, el maestro jardinero aleccionará en el arte de la horticultura a la sobrina nieta de esta, Maya (Quintessa Sindel), una jovencita que parece vivir una situación límite y que es contratada dentro de la plantilla de jardineros para que pueda huir de sus problemas. Claro que el propio Narvel también esconce secretos procedentes de su muy turbio pasado y al final todo terminará confluyendo en una diabólica maraña. Ciertamente, Paul Schrader sigue demostrando no solo que sigue siendo un gran guionista si no también que el cine de hoy no le es extraño para nada y que sabe amoldarse a algunos de los nuevos recursos del thriller (personajes que aparecen y desaparecen, situaciones fortuitas resultas en un pis pas, enigmas argumentales más sugeridos que explícitos). En ese sentido Master Gardener funciona estupendamente como un drama psicológico disfrazado de intriga, el único inconveniente es que no se cuenta nada nuevo y que no hay en realidad ningún elemento sorpresa. Por lo demás, resulta cautivadora su atmósfera crepuscular pero sin manierismos ni irrealidades (aunque alguna secuencia de tono poético no desentona en absoluta y refuerza incluso el empaque de la historia) y lo bien que están tratados los personajes y su complejas y extrañas relaciones, especialmente la que se establece entre Narvel y Maya, algo más que maestro y discípula tanto en jardinería como en otras facetas (curiosas las analogías basadas en el mundo del jardín, remitiendo irremediablemente y salvando las distancias a Bienvenido Mr. Chance). En fin, el cine según Paul Schrader.
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