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Isabel Coixet siempre ha pretendido ser una cineasta
con varios registros pese a que su cine ha mantenido en todo momento unas
coordenadas constantes; Con Un Amor adaptación
de la novela de Sara Mesa la directora catalana muestra que también sabe hacer
costumbrismo más o menos rural (y pasado por un tamiz contemporáneo) añadiendo patina
humanista y poética. Todo esto ha dado como resultado una película atrayente y
extraña que puede no ser plato para todos los gustos pero que sin duda no deja
indiferente y vuelve a mostrar (una vez más) que Isabel Coixet es la gran
humanista del cine español. Dos personajes, Nat (Anna Castillo) y Andreas (Hovik
Keuchekerian) son los que guían la historia aunque al principio solo la primera
parece ser la protagonista ya que su soledad cotidiana atenuada por varios
contactos que establece es lo primero que contemplamos y lo que pavimenta el
relato. Natalia “Nat” es una joven treintañera que se establece en una remota aldea del
pirineo ilerdense dejando su trabajo de traductora de refugiados en una ONG
para ejercer de traductora a secas. En una desvencijada casa propiedad de un individuo
misógino y cafre (Luis Bermejo) y con la compañía de un perro desvalido y
herido Nat trata de adaptarse al pueblo haciendo migas con Piter, un jovial
artista (Hugo Silva), combatiendo en silencio con su casero, tratando de ser
simpática con joven matrimonio pijo (Ingrid García Jonsson y Francesco Carril) y
finalmente entablando una inusual relación sexual-afectiva-amorosa con Andreas,
el chapuzas local, un hombre de origen extranjero de aspecto y comportamiento
tosco que un buen día dice a la muchacha que desea tener sexo con ella, algo a
la que ella tras dudas iniciales termina accediendo. Es precisamente la situación
a la que ha llegado Nat y las razones para eso lo que tratamos de descubrir
mediante los silencios de la protagonista y todas sus vivencias en su nuevo y un
tanto hostil entorno. ¿Realmente siente algo por Andreas?, es la pregunta que
nos hacemos, se hace ella y se hacen otros personajes del filme. Sobra decir
que la soberbia interpretación de Anna Castillo hace mucho por mantener la solidez
y el intríngulis de la historia con una personaje casi enigmático del que en
realidad poco se sabe sobre su pasado y las razones que le impulsaren a
retirarse en un perdido pueblo; pero también es cierto que el increíble trabajo del polifacético Hovik Keuchekerian resulta
decisivo para el poder evocador de este filme.
No demasiados escenarios y un buen reparto de secundarios con papeles que realmente aportan a la historia y su significado (como casi siempre en el cine de Coixet) hacen de Un Amor una película muy sugerente y enigmática en donde la condición y situación de su protagonista, una mujer un tanto perdida y con algún dolor oculto, no se nos llega a decir claramente abriendo varias hipótesis. La dualidad y los límites entre el amor y el sexo y las dificultades en las relaciones humanas son los temas que van trazando la historia y que Coixet y la coguionista Laura Ferrero partiendo de la novela de Mesa saben plasmar muy bien, con sutileza y sin histrionismo y con una curiosa naturalidad para rodar escenas de sexo donde vemos la desconcertante naturaleza de Andreas, otro ser que parece no haber encontrado sitio y que se expresa y en el que al rudeza con la que se expresa la mayoría de las veces parece ocultar otro tipo de personalidad. El final de la película trata de atar algunos cabos aunque a algunos les parecerá que en realidad añade más confusión. Isabel Coixet no suele defraudar y esta película tampoco es una excepción.
Mucho habrá tenido que mejorar Anna Castillo para que se diga aquí que su interpretación es "soberbia". La recuerdo en la serie española "Estoy vivo" como una pesadilla continua cada vez que abría la boca. Aunque es verdad que en "Arde Madrid" la encontré muy mejorada, tal vez porque su personaje se asimilaba más a su propia personalidad.
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