sábado, noviembre 17, 2012

LEWIS CARROLL IN WONDERLAND: CIRCUNSTANCIAS, MITOS, ENIGMAS Y PARADOJAS DE UN GENIO (y II)




 ¿Quién arrancó las páginas?

La vida y semblanza de Lewis Carroll ha sido descrita a lo largo del tiempo por bastantes biógrafos y críticos como “absurda”  y propia de una personalidad infantil: básicamente, se ha hablado de un sujeto inmaduro, obsesionado con los cuentos, canciones y entretenimientos de los niños, incapaz de mantener relaciones con  mujeres adultas y con una lógica de la vida bastante ridícula y extravagante (esto último esta basado burda y únicamente en sus disertaciones sobre el absurdo expuestas en obras como los dos libros de Alice y en otros escritos, y no en episodios reales de su vida). Parece como sí personajes como el Mad Hatter de Alicia fuesen trasuntos reales del propio Carroll o incluso el escritor hubiese vivido perpetuamente en un Wonderland existente solo en su mente, pero nada de esto parece ser cierto. Como también son infundadas las acusaciones que se le han hecho tras su muerte de pedófilo, principalmente por sus fotografías de niñas desnudas y por la amistad que mantuvo con la pequeña Alice Lidell, de la que se llegó a decir que estaba enamorado y que incluso pidió a su familia matrimonio cuando esta apenas contaba con once años de edad. Todas estas afirmaciones forman parte del llamado “mito de Carroll”, un conjunto de creencias sobre el escritor y matemático que durante años se han mantenido como ciertas pero que desde finales del siglo XX se han dido desmontando y demostrando su falsedad. La supuesta pedofilia de Lewis Carroll y su presunta extraña relación con Alice Liddell y con otras niñas siempre han sido por su sensacionalismo el material más jugoso, polémico y explotado de todos los mitos relacionados con el escritor y de hecho la imaginación siempre ha corrido rauda y veloz en este tema concreto por un simple afán morboso alimentado por  historiadas y un tanto inquietantes fotografías de niñas y jovencitas en poses manieristas, dedicatorias en versos acrósticos y diarios con páginas perdidas.

Alice Liddell (foto de Carroll)
Una cosa es cierta: se desconocen por diferentes motivos bastantes detalles de la vida de Lewis Carroll, y esto lógicamente ha abierto para biógrafos y estudiosos la caja de las especulaciones. Así mismo, hacia 1863 Lewis Carroll rompió relaciones con los Liddell sin que se haya sabido nunca el motivo exacto. Pese a que el escritor dejó constancia de sus vivencias en diarios escritos durante varios años, como hemos dicho antes los registros de ciertos años se encuentran parcialmente perdidos: faltan cuatro volúmenes completos del periodo de juventud de 1853-1863 y en más de una decena de otros diarios completos de ese periodo varias hojas fueron arrancadas. Se desconocen los motivos exactos de esas ausencias, pérdidas, eliminaciones o lo que sea en un periodo en el cual Charles Lutwige Dodgson compartió felices momentos con al familia Lidell, comenzó su carrera literaria, sufrió crisis espirituales derivadas de un ejercicio eclesiástico con escasa convicción y comenzó a concebir el universo de Wonderland.  Aunque es posible que esas crisis filosófico-religiosas tengan algo que ver con la eliminación de algunas páginas esto no está demostrado, así mismo la desaparición completa de volúmenes que abarcaban varios meses es absurdo determinar que fue deliberada ya que su extravío ha podido ser perfectamente accidental. En todo caso, siempre se ha especulado si esos registros diarios perdidos tenían alguna relación con cierta atracción amorosa que Carroll hubiese tenido con Alice Lidell, pero no hay nada que lo demuestre. Varios autores han especulado con que la página perdida correspondiente al 27 de junio de 1863 corresponde al día en el que el escritor de 31 años pidió a los Liddell la mano de su hija de 11, una concepción que se ha extendido enormemente durante el siglo XX hasta el punto de ser considerada por muchos por cierta. No hay nada sin embargo que apoye dicha teoría, que dicho sea de paso ha servido para explicar el aún misterioso fin de la amistad de Lewis Carroll con los Liddell. 


A Long Tail

En 1996 se descubrió un escrito en los archivos de la familia Dodgson, atribuido a una mano diferente a la Carroll, que resumía aparentemente el contenido de algunas páginas de diarios perdidas correspondientes a junio de 1863: allí se decía que la Señora Liddell había advertido a Carroll que circulaban rumores de una relación con la institutriz de la familia y con Ina (Lorina Jr.), la hija mayor. Todo esto es muy probable ya que, pese a lo que popularmente se cree, Carroll fue un Don Juan al que se atribuyen romances con mujeres casadas algo que escandalizó a la opinión pública victoriana y que de alguna manera también avergonzaba internamente al propio autor que apenas dejó constancia de estos affaires en sus diarios, probablemente atormentado por su torturado cristianismo y por su condición de clérigo. Es muy posible que estos rumores (no se sabe si ciertos o no) fuesen una de las causas del fin de la amistad de Carroll con la familia del Decano de Church Christ, así como también se ha especulado que entre las causas se encuentre un flirteo del escritor hacia Lorina Liddell Sr, pero en todo caso este documento no demuestra en absoluto que Alice fuese la causa de dicha ruptura.                   

Foto de Beatrice Hatch por Lewis Carroll coloreada (1873)
La supuesta pedofilia de Lewis Carroll no solo nunca ha sido demostrada sino que posiblemente nunca existió. El argumento de las fotografías de desnudos de niñas siempre ha sido el más defendido entre los partidarios de tal afirmación, pero el desnudo artístico, incluso el infantil, era una tendencia aceptada en la sociedad inglesa victoriana especialmente entre los círculos artísticos más innovadores y eran muy habituales las tarjetas artísticas con fotografías de niñas desnudas en la segunda mitad del siglo XIX. También es evidente por diferentes testimonios que contrariamente a lo que se piensa Carroll si estaba interesado en las mujeres adultas, tal y como hemos visto, manteniendo durante su vida varias relaciones amorosas con mujeres tanto solteras como casadas aunque nunca las propusiese matrimonio (a las solteras, claro) por motivos que se desconocen exactamente aunque tal vez incluyesen el célebre tartamudeo ocasional del autor. Con todo, tras su muerte su familia se encargó de ocultar esos affaires dando la impresión de que Carroll no había mantenido ninguna relación amorosa con ninguna mujer. Y otra cosa es cierta: Lewis Carroll adoraba a los niños y niñas, hasta al extremo de considerar a estos como pequeños amigos. Al artista le encantaba divertir y entretener a hijos de amigos y vecinos con sus juegos, chistes, representaciones y adivinanzas, así como disfrutaba dando clases de lógica y matemáticas a los niños retándoles con enigmas y acertijos numéricos que desarrollasen su inteligencia pero nunca ha habido constancia de que tuviese atracción sexual ni amorosa hacia ningún infante. Su amistad con Alice Liddell fue muy grande como fácil se puede deducir contemplando fotografías y leyendo dedicatorias del autor.   
 
El mundo de Mr. Dodgson

Carroll construyó un mundo literario hecho de paradojas lógicas, matemática absurda, mucha imaginación y un desbordante vitalismo. Ese mundo de juegos de palabras (como en el poema Jabberwocky), seres imposibles, realidades alternativas, espejos deformantes, realidades que son sueños y sueños que son realidades solo pudo surgir de una mente genial y en cierto modo enigmática y contradictoria como fue la de Lewis Carroll, un genio excéntrico e incomprendido que construyó el País de las Maravillas con el afecto que le tenía a los niños y el desprecio hacia que mantenía hacia muchos aspectos del mundo de los adultos como la hipocresía, la vanidad, el dogmatismo o el autoritarismo. El, que paradójicamente fue un conservador, no aceptó nunca las reglas de una sociedad británica del siglo XIX que a menudo limitaban el papel del artista o el científico. En los números encontró la respuesta a muchas preguntas absurdas y en su imaginación la vía de escape hacia un mundo más gratificante y maravilloso. Desde el momento en el que Alicia siguió a un conejo blanco Lewis Carroll nos dejó de alguna manera una realidad diferente a la hay que asomarse al menos una vez en la vida aunque que no siempre sea fácil de entender. Así fue también la propia existencia de Lewis Carroll, algo de difícil comprensión pero sin duda magníficamente genial.  

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