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y1/2
Con
unas buenas dosis de sentido del riesgo y una curiosa pero inteligente jugada
al tratar de fusionar un cine de autor de corte intelectual con el
cine-espectáculo para todos los públicos, el dotado cineasta taiwanés Ang Lee (Comer, Beber, Amar; Sentido y Sensibilidad; Tigre
y Dragón, Brokeback Mountain)
firma una sorprendente y visualmente espectacular película (especialmente
recomendable en su versión 3D) que desde luego resulta una delicatessen,
lastrada tal vez algo por su exceso de pretensiones y su un tanto vago tono de
discurso panarreligioso. Basada en una novela del francocanadiense Yann Martel,
la historia con su tono new age y poético y el hecho de estar ambientada en su
mayor parte en una barca naufragada en mitad alta mar, parecía de muy difícil
adaptación al cine, pero Ange Lee y el guionista David Magee han salido airosos
del reto utilizando buenos recursos narrativos y dotando a la película de una
naturaleza eminentemente visual pese a estar supeditada a un discurso
poético-filosófico-teológico que en palabras puede resultar farragoso. Y es que
Life of Pi no escatima ni regatea nada en mostrar bellas
imágenes tanto en paisajes, en animales, en la naturaleza o en sencillas escenas
cotidianas gracias principalmente a una preciosa fotografía entre pictórica y
tecnológica que consigue con ínfulas oníricas y de irrealidad para mostrar
precisamente una historia imposible y casi irreal entre los límites de la
realidad y la fantasía, algo así como la plasmación de un sueño expresado de
una manera poética y con cierta parquedad descriptiva. En ese sentido, las secuencias desarrolladas
en el mar (centrales en la historia) son de una belleza enorme.
Con
actores debutantes - como en el caso de su protagonista- o poco conocidos
(salvo Gerard Depardieu en un pequeño papel), la película es un pequeño tratado
de la búsqueda del propio yo, de la búsqueda de Dios y de la búsqueda del bien
disfrazado de una pequeña epopeya-fábula semi fantástica entre el cuento de
hadas y la crónica de aventuras al estilo más clásico. Pi (el joven debutante
Suraj Sharma), el protagonista de la historia, es un adolescente indio cuya
increíble historia vivida en los años 70 es recordada en nuestros días por un
Pi adulto (Irrfan Khan) que considera que el episodio que vivió en su juventud
fue fundamental para su concepción del mundo y la vida. El joven Pi, criado en
la India postcolonial, perdió a su familia en un naufragó a bordo de un navío
japonés cuando estos se disponían a abandonar la India para hallar una mejor
vida en Canadá. Confinado en un bote salvavidas junto con varios animales que
transportaba el barco procedentes del zoo de su familia, Pi tendrá que
sobrevivir y aprender a convivir con un feroz tigre de Bengala en una lucha sin
cuartel por la supervivencia en el entorno más surrealista que pueda
concebirse. Un extraño viaje iniciático el que vive el protagonista en donde
pondrá a prueba todos los conocimientos, vivencias y reflexiones de su infancia
marcada por una búsqueda incesante de la esencia de la vida a través de tres
religiones: el Hinduismo, el Cristianismo y el Islam.
A
favor de la película esta el hecho de que apuesta por una narración sencilla y
ágil que en ningún momento se hace pesada y que pese a lo “trascendental” del
tema se hace incluso entretenida y en sus momentos clave apasionante, gracias
al poder de sus maravillosas imágenes, unos efectos digitales de gran belleza y
un montaje muy bien elaborado. La película no cae en el empacho de pretensiones
cuando muestra su vertiente más poética y sabe administrar muy bien la
emotividad sin caer en la sensiblería y un cierto tono místico-Nueva Era sin
caer en lo panfletario o en una versión historiada de un libro de auto ayuda.
Es digno de mencionar lo bien que se ha rodado el filme con varios animales
salvajes- en especial el tigre Richard
Parker- combinando animales reales con algún momento de criaturas
digitales, así como la música del gran Mychael Danna, la espectacular
fotografía de Claudio Miranda y la excelente interpretación del joven Suraj
Sharma, realmente magistral. Una película diferente, emotiva y muy sugerente,
que pese a que pueda generar división de opiniones es ya de lo mejorcito de
este 2012 a
punto de concluir.
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