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y 1/2
Dentro
del últimamente cada vez más limitado cine español (entiéndase la limitación
como económica y/o creativa) cualquier producto hecho con ganas,
profesionalidad y cierto sentido del riesgo se agradece y mucho
independientemente de que se trate o no de una gran película, tal es el caso de
la última película de Alex de la
Iglesia con la que el realizador bilbaino trata de regresar a
sus orígenes (si es que alguna vez los dejó del todo) con una comedia
disparatada y pirotécnica con elementos fantásticos al modo de Acción Mutante (1992) o El Día de la Bestia (1995). Claro
que a estas alturas ya nadie puede esperar una película sencillamente gamberra
o una combinación de gags y efectos especiales sino algo más elaborado
siguiendo la estela de las mejores películas de De la Iglesia, que a mi juicio
son La Comunidad (2000), 800 Balas (2002), Balada
Triste de Trompeta (2010) y por que no El
Día de la Bestia. En ese sentido, Las Brujas de Zugarramurdi, se queda algo por
debajo de estos cuatro títulos y es una pena porque el director ha sabido
manejar muy convincentemente un material goloso e interesante aunque tratado de
una manera un tanto caótica para ofrecer un filme divertido y espectacular con
cierta hibridación de géneros y subgéneros -pero siempre con la comedia alocada
de tintes ibéricos y el género fantástico como catalizadores- que divierte,
emociona y arranca la sonrisa en todo momento. Un guión mejorable y una mala
articulación de los diferentes retazos y “homenajes” que inspiran la historia
por el contrario lastran los logros de una película que podía haber dado algo
más aunque tal y como queda el resultado es más que convincente. Siguiendo la
tendencia de sus últimas películas, de nuevo nos encontramos con un Alex de la Iglesia dispuesto a hacer
ácida crítica social desde la ironía, el sarcasmo y el esperpento utilizando el cine de acción y el espectáculo
salido de madre (esta vez con un claro elemento fantástico y terrorífico) como
telón de fondo aunque de manera no tan atinada como en la deliciosa Balada Triste de Trompeta ya que el
aspecto formal no ha salido tan redondo como otras veces.
Utilizando
como premisa la historia real-legendaria de las famosas brujas de las cuevas de
Zugarramurdi en el valle del Baztán (Navarra) que en el siglo XVII fueron
acusadas de brujería y juzgadas y quemadas por el Santo Oficio en Logroño, el
bilbaino traza una historia muy diferente ambientada en la actualidad y en
donde unas contemporáneas brujas vasconavarras descendientes de aquellas
míticas sorgiñas planean la venganza definitiva de su estirpe hacia la
humanidad. La crónica de las brujas de Zugarramurdi ya fue contada por Pedro
Olea en su Akelarre (1983) pero en
esta revisión satírica se ha querido dar un punto original a la premisa
desvinculando a las hechiceras con el satanismo y relacionándolas con el culto
a la Diosa y a la Madre Tierra dejando así clara
la intención del film que es la de mostrar algo así como la cruenta batalla
final entre la guerra de sexos entre el hombre y la mujer. Aquí las brujas aparecen como una especie de quintaesencia
maligna de la mujer, dispuestas a vengarse con su poder mágico del patriarcado
utilizando como vehículo el mal más absoluto. Y es que Las Brujas… es la peculiar,
irónica y un tanto provocadora visión de ciertos defectos, estereotipos y
comportamientos típicos de las mujeres y de su lucha enconada por “dominar” a
los hombres, todo tratado con sorna, mala uva y sana risa y con los hombres
tampoco saliendo muy bien parados. La película arranca con el robo de un
contingente de alianzas matrimoniales de oro en una tienda de “Compro Oro” de
Madrid por parte de Jose (Hugo Silva), un padre de familia divorciado
desesperado y Tony (Mario Casas) un cani poligonero desempleado y cabezahueca,
acompañados del hijo de Jose, Sergio (Gabriel Delgado). Huyendo a Francia con
el botín en taxi junto al taxista Manuel (Jaime Ordoñez) y un rehén
(Manuel Tafallé) el azar les lleva a detenerse en Zugarramurdi donde su
destino se cruza con el de una familia de brujas formada por Gracia Barrenetxea
(Carmen Maura) una dominante e intrigante mujer de unos 60 años, su madre
Maritxu (Terele Pavez) una inquietante y extravagante anciana y su hija Eva
(Carolina Bang) una bella joven de estética gótico-punk, rodeadas de las
extrañas mujeres de la localidad. Tras los fugitivos corren dos incompetentes
inspectores de policía (Pepón Nieto y Secun de la Rosa) y la ex de Jose, Silvia
(Macarena Gómez) dispuesta a recuperar a su retoño. A partir de aquí toda una
pléyade de situaciones delirantes se suceden trufadas de gore paródico, humor
negro y retazos de cine de terror y de suspense además de bastantes momentos de
cine de acción y aventuras con mayúsculas en un espectáculo tan (inteligentemente)
adrenalinítico y desternillante como a veces excesivo.
La
película no trata de detener en ningún momento el surrealismo y la caricatura
ya que se trata principalmente de narrar una historia que parodiando de manera
bastante esquemática (posiblemente intencionada) el cine de género terrorífico
trata de mostrar y desmontar ciertos topicazos de la relación entre hombres y
mujeres y todos los disgustos y frustraciones que pueden conllevar y no de una
manera muy sutil precisamente. No obstante, resulta mucho más sugerente el
ciertamente macabro e inquietante ambiente que se consigue como película
fanataterrorífica con un brillante clímax rodado en las cuevas de Zugarramurdi
como colofón. En ese sentido la explotación del “reverso tenebroso” de símbolos
de la cultura vasca como los cabezudos de Pamplona, el Gargantua de Bilbao, el
Ziripot de Lantz, los Joaldunak de Ituren y Zubieta o la canción Baga Buiga Higa de Mikel Laboa resulta
un hallazgo realmente genial, así como también se antoja brillante la revisión
de algunos mitos ancestrales vascos como lo es sin ir más lejos el matriarcado
de la etxekoandre. Con referencias a El
Exorcista, Un Hombre Lobo Americano
en Londres, Indiana Jones en el
Templo Maldito o Las Colinas Tienen Ojos
(entre otras muchas) la película resulta además un interesante festín cinéfilo,
pero la morosidad de su guión en donde hay fallos de diálogo bastantes
chirriantes y una desidia nada convincente en el desarrollo de la historia no
hacen que sea una película perfectamente disfrutable. Nada se puede reprochar
sin embargo a un voluntarioso y en forma Alex de la Iglesia y a unas
interpretaciones muy buenas en especial Terele Pávez (toda una vieja y
terrorífica bruja), Macarena Gómez (genial su registro inquietante, a lo
Barbara Steele - mítica actriz de terror con la que guarda mucho parecido-),
Mario Casas (el personaje más desternillante de la película) y los
descacharrantes personajes de las señoras Miren y Kontxi, interpretadas por
Santiago Segura y Carlos Areces; además de unos efectos especiales realmente
buenos. Una película que sin ser redonda cumple su función de evasión-sátira
más que con creces.
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