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Hay
cineastas que muestran un oficio sin parangón a la hora de abordar diferentes y
variadas temáticas y géneros y ese el caso del británico Stephen Daldry, quien
en esta ocasión ha decidido traspasar fronteras del muy sobeteado entorno
anglosajón para contar una fábula universal con moraleja incluida que sin
pretensiones ampulosas ni las habituales trampas que se utilizan en el cine
actual en filmes de similar tema se postula como una película agradable y
honesta que cumple perfectamente su función de narradora testimonial
sociológica y de denuncia, todo ello con ciertas dosis de
fabulación-idealización que no resultan para nada inoportunas y sí eficaces en
su intento de no hacer una película excesivamente dramática o cruda. Basada en
una novela de Andy Muligan, Trash nos
traslada al Brasil de la emergencia económica pero también de las
contradicciones y de la pobreza estructural y persistente (la novela en
realidad estaba ambientada en un país sudamericano indeterminado, pero ha sido
muy oportuno el trasladar la acción al país carioca). La lucha por la supervivencia
en un entorno de miseria de los tres chavales protagonistas residentes en una favela de Río, de edades comprendidas
entre los 13-14 años, convergerá por la lucha contra la corrupción de la clase
política que emprenden otros personajes y que al fin y al cabo termina siendo
lo mismo. Unos poderosos que no hacen más que seguir robando a los pobres, una
clase política impasible y colaboradora de los ricos y una policía corrupta
frente a asalariados idealistas, abogados que luchan por los mas desfavorecidos
y voluntarios que conocen de primera mano la situación de los habitantes de las
favelas. En medio de todo esto, emerge un McGuffin que convierte a los tres
adolescentes de la favela en pequeños héroes metidos en una muy peligrosa
empresa: un billetero abandonado en donde se encuentran una serie de documentos
en clave codiciados por un político de dudosa catadura moral y la policía
brasileña.
Con
una estética realista pero más escorada a captar la luminosidad a todos los
niveles propia del subcontinente sudamericano que al documentalismo más atroz y
unas interpretaciones casi improvisadas y que rezuman autenticidad,
especialmente las de los jóvenes Gabriel Weinstein, Rickson Tevez y Eduardo
Luis, la película funciona muy bien en diferentes lecturas, desde el thriller
al cine social pasando por la denuncia, la aventura y la fábula moral. Rodada
íntegramente en portugués con los norteamericanos Martin Sheen y Rooney Mara
poniendo una nota de star system interpretando a un sacerdote y una profesora de inglés que colaboran en la
favela de los protagonistas (ambos rodaron sus papeles también en portugues),
puede que Trash adolezca en algunos
momentos de credibilidad y que al final su tono robinhoodesco sea demasiado
idílico, pero su mensaje de esperanza y del valor de la perseverancia para la
lucha contra las injusticias está excelentemente planteado y lo que es mas
importante, deja con muy buen sabor de boca al espectador.
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