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Poco
a poco el tema del terrorismo de ETA se va haciendo un hueco en el séptimo arte
tras cesar la banda hace algunos años su cruenta actividad criminal y tras unos
tímidos intentos de abordar el tema desde la década de los ochenta. Obviamente,
al no ser este ya un tema de actualidad existen únicamente dos opciones a la
hora de aproximarse a él hoy día: narrar historias situadas en el pasado o
contar las consecuencias a diferentes niveles de aquellos funestos años. Esta
segunda opción es la que ha escogido el guionista y director bilbaíno Luís
Marías para su segundo largometraje como realizador, un thriller psicológico
irregular pero sugerente basado en una historia de odio y venganza que se
escora más hacia la disertación sobre ese sentimiento universal y sus
consecuencias que por el apunte sociopolítica, omnipresente como fácil puede
deducirse por la premisa de la historia pero con una función de mero contexto.
El resultado es un filme más que interesante y muy bien narrado, aunque su
parquedad descriptiva y la escasez de personajes puedan no convencer a una
parte del público, así como el drama puramente psicológico del
protagonista se antoje a veces como
mejorable en su expresión.
Fuego es un filme que bebe tanto del thriller
tradicional como del western y la serie negra, en donde hay un antihéroe que
desde el principio ya anuncia sus nada loables propósitos. Carlos (José
Coronado) un policía retirado que cuando estuvo destinado en Bilbao a
principios de los 2000 perdió a su mujer en un atentado con coche bomba
destinado a él en el que su hija -entonces una niña- perdió las dos piernas, decide casi quince
años después viajar a Lekeitio para asesinar a la esposa del miembro de ETA
encarcelado que mató a su mujer y mutilar al hijo de estos (al igual que le
hicieron a su hija) en un salvaje ojo por ojo en el que el ex policía se
liberará de cualquier atadura moral en su total sentimiento de odio. Pero una
vez allí y tras establecer un falso y significativo pretexto para justificar su
estancia en el pueblo y su contacto con Ohiana (Leire Berrocal), la esposa del
etarra, verá que las cosas no son tan fáciles como parecían y que entre el odio
y el amor y el bien y el mal puede haber toda una maraña de situaciones,
creencias y sentimientos y muchas veces se pueden dar paradojas. Las extrañas
relaciones de Carlos con Aritz (Gorka Zufiaurre) el hijo con Síndrome de Down
de Ohiana, y con su propia hija Alba (Aida Folch), un ser huraño y frágil
totalmente condicionado por las consecuencias de aquel fatídico día, son las
muestras más palpables de los vaivenes del drama moral del protagonista, un
hombre que desea en convertirse en asesino para según el hacer justicia. José
Coronado, un actor excesiva y definitivamente encasillado en roles de policía
con ambigüedad moral, estructura con su buen hacer todo el poder narrativo de
la película y aunque a su personaje le falten algunos matices. El guión de
Marías, sólido y efectivo aunque escueto y con personajes y situaciones
plasmados de manera un tanto forzada y tópica (la hija tullida y su relación
con su cuidador) suscita en todo momento el interés y la atención del
espectador gracias a subtramas efectivas pese a su aparente escasa
trascendencia (el pasado de infidelidad conyugal del protagonista) y a ello
ayudan unas estupendas interpretaciones con una Leire Berrocal que realiza un
excelente regreso tras haber estado unos años retirada prematuramente, una Aida
Folch brillante y con muchos matices y un Gorka Zufiaurre que bien podría optar
al Goya al mejor actor revelación y que pone en relieve que las deficiencias no
deben ser un impedimento para llegar a ser un buen profesional. Un buen
thriller-drama humanista con combinación de momentos crudos con otros más
reflexivos que puede suponer un buen patrón temático y estilístico para futuros
filmes sobre el tema.
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