PASOLINI
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En
noviembre de 1975 Pier Polo Pasolini, cineasta, ensayista, novelista, poeta,
filósofo, columnista de prensa e intelectual italiano fue encontrado muerto en
la playa romana de Ostia a los 53 años con signos de violencia. Terminaba así la
sinuosa, controvertida y comprometida vida de unos de los creadores
fundamentales de la historia del séptimo arte y de una de las figuras más
prominentes e influyentes de la cultura europea del siglo XX. El creador de
filmes tan singulares como Accatone (1961),
El Evangelio según San Mateo (1964), Edipo Rey (1966), Teorema (1967). Medea
(1969), la trilogía clásico erótica formada por El Decamerón (1971), Los
Cuentos de Canterbury (1972) y Las
mil y una noches (1974) o Saló o los
120 días de Sodoma (1975) se ve homenajeado cuarenta años después de su
muerte por un curioso discípulo indirecto, el hábil director norteamericano de
origen italiano Abel Ferrara, prolífico cineasta independiente con variedad de
registros y géneros en donde destacan películas que marcaron el cine indie
americano de los 90 como Teniente
Corrupto, The Addiction o El Funeral. Ferrara se ha trasladado al
país de origen de sus antepasados para rendir pleitesía al maestro boloñés con
un biopic inteligente y no al uso que centrado precisamente en los últimos días
de Pasolini trata de hacer un básico pero revelador retrato del ideario y de
las motivaciones intelectuales,
estéticas, filosóficas y creativas del director pero sin caer en el
academicismo ni en la pedantería y esforzándose en ofrecer un producto más o
menos atractivo a aquellos que no sean
seguidores de Pasolini o que ni tan siquiera estén familiarizados ni con su
figura ni con su obra. Lo consigue, aunque este no sea ningún filme comercial,
gracias a la combinación de diferentes elementos muy bien dispuestos durante
todo el metraje (narración convencional, película dentro de una película,
poesía y simbología visual de clara inspiración pasoliniana, guiños y
manierismos varios al universo del director italiano), y todo siguiendo
esforzadamente los cánones cinematográficos del propio escritor y cineasta
homenajeado (neorrealismo italiano renovado, escenas impactantes, tremendismo
conceptual, conflicto tesis-antítesis en determinadas escenas, poesía visual) mientras
que los intelectuales se exponen de sabia manera a lo largo de toda la película
mediante recreaciones visuales de novelas y películas no realizadas del creador,
recreaciones de entrevistas y sobre todo en
momentos narrativos concretos. No obstante que nadie se espere una
biografía exhaustiva en el tiempo de Pasolini, ya que aunque esta daba para una
película Ferrara se ha centrado en las últimas horas del autor pero eso sí, sin
dejarse ninguna clave sobre su persona en el tintero.
Rodada
en inglés y en italiano con un reparto internacional pero en su mayoría
italiano en régimen de coproducción entre Italia, Francia y Bélgica, Pasolini triunfa gracias a su honestidad
y su afán por huir del morbo fácil y del sensacionalismo, algo a lo que se
prestaba inevitablemente el personaje central. El norteamericano Willem Dafoe-
el vivo retrato del autor boloñés- interpreta con convicción y sobriedad al
controvertido cineasta dando todo un recital desde el principio hasta el final
de la cinta. Pier Paolo Pasolini, fue ante todo un hombre preocupado por la
sociedad de su tiempo y por su evolución, influido siempre por su ideario
comunista marxista radical y por sus convicción de que la sociedad burguesa
occidental necesitaba un cambio total, una revolución social y moral, algo que
siempre reflejó en su obra cinematográfica y literaria echando mano del
simbolismo y la metáfora y siempre criticando a la burguesía y a la moral
tradicional trasgrediendo muchas veces dicho concepto ofreciendo en sus obras situaciones
y comportamientos al limite de lo permitido que le trajeron no pocos problemas
y agrias polémicas. En ese sentido, su condición de homosexual le condicionó en
su ideario filosófico, ético y estético y en su carácter conflictivo y rebelde,
así como su un tanto peculiar visión de la sexualidad también resultó polémica
y bastante influyente en el desarrollo del erotismo en el cine. Todas estas
claves aparecen en esta película, un soberbio trabajo cinematográfico que
brilla en momentos como la recreación cinematográfica de una novela inacabada
del autor o en el plasmación postuma
apócrifa gracias a Ferrara de unos fragmentos de lo que debía de haber sido la siguiente película de Pasolini
tras la controvertida Saló, con su
muso Ninetto Davoli interpretando a otro de sus actotes fetiche Eduardo De
Fillipo dando vida a su vez a Epifanio, un peculiar sujeto dispuesto a
encontrar el paraíso acompañado de un ángel gay interpretado en la peli
recreada por el joven Ninetto Davoli de este biopic, interpretado a su vez por
Ricardo Scarmacio. Especialmente recomendable para cinéfilos de pro y amantes
de biografías de personajes más que significativos.
LA
HISTORIA DE MARIE HEURTIN
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Se
corre de nuevo el riesgo de que una gran película pase injustamente
desapercibida, tal es el caso de esta excelente cinta francesa rodada con
delicadeza, buen hacer y una total credibilidad en su manejo del melodrama y la
historia de superación personal. Se nos muestra una poco conocida historia real
sucedida en Francia a finales del siglo XIX que remite al tema de la educación exitosa de una persona
sordociega: efectivamente, un relato que evoca inevitablemente a la
conocidísima historia de la escritora y política sorda y ciega Helen Keller y
al aprendizaje recibido en su infancia por su institutriz Anne Sullivan, un
tema que dio lugar al filme El Milagro de
Ana Sullivan (1962) de Arthur Penn. Pero la historia que nos ocupa,
acaecida poco después del primer contacto de Sullivan con Keller, poco tenía
que envidiar a aquel caso aunque la joven sordociega protagonista de este
relato, -la Marie
Heurtin del título- falleció joven y por ello no alcanzó la
notoriedad de Helen Keller. Los franceses, chauvinistas que son ellos, han
redescubierto el potencial dramático de este caso (pionero además en muchos
aspectos de la educación de las personas sordociegas) y nos lo muestran ahora
en forma de bella y sensible película circunscrita a un espacio único bastante
concreto - un internado para niñas sordomudas regentado por religiosas- pero
con una narración prodigiosa y verista y una fotografía pulcra y con propensión
cromática al verde de los jardines y al gris y blanco de los interiores del
internado. Una curiosa traslación en imágenes del naturalismo literario
decimonónico pero todo contado con un lenguaje para todos los públicos.
Isabelle
Carré interpreta a la hermana Marguerite, una joven monja encargada del huerto
del internado para chicas sordas que enferma de tuberculosis fija su objetivo
en lo poco que ella intuye que le queda de vida en que Marie (Ariana Rivoire),
una adolescente de 14 años que llega al centro siendo ciega además de sorda, se
convierta en una chica normal capaz de comunicarse y de expresarse. La tarea no
es nada fácil y la hermana Marguerite no recibe el total apoyo del resto de
monjas y de al madre superiora, pero utilizando imaginativos recursos y
persistiendo logrará importantes avances en lo que una vez fue una criatura
prácticamente en estado salvaje. Una puesta en escena sobria pero con bellas
imágenes y un matizado detallismo descriptivo son el fondo en el que se mueven
unas interpretaciones soberbias especialmente por parte de las dos
protagonistas. La jovencísima Ariana Rivoire, solo sordomuda en la vida real,
realiza un estupendo trabajo que llega a enamorar al espectador por su total verosimilitud
y por su prestancia delante de la cámara. Una película para amantes de las
historias humanas emotivas y poderosas.
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