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Nadie en su sano juicio se esperaba que Blade Runner (1982) de Ridley Scott
contase con una secuela. Hasta hace poco eso se hubiese considerado toda una
aberración cinéfila. El inventarse la continuación de una película que tal y como
estaba presentada y facturada no precisaba de ninguna segunda parte y que
además siendo una obra de mucho más que culto no procedía la jugada propia del
cine comercial de la secuela ha sido una osadía pero al fin y al cabo una
inteligente y felizmente resuelta osadía. Porque no solo su principal promotor
ha sido el director de aquel inmortal de la ciencia ficción distópica, el
ínclito Ridley Scott aquí ejerciendo tareas de productor, sino que se ha
contado con el guionista de aquella, Hampton Fancher- en esta ocasión junto con
Michael Green- , la intervención de Harrison Ford de nuevo con el inolvidable
Rick Deckard, un director de la nueva hornada tan excepcional como el quebequés
Denis Villeneuve (Sicario, La
Llegada) y sobre todo una total voluntad de hacer las
cosas no ya solo bien sino en modo excelso y un enorme sentido de la
responsabilidad para seguir los pasos estilísticos, filosóficos, estéticos y en
definitiva todo el complejo y fascinante espíritu de Blade Runner, una de las
mejores películas de todos los tiempos y un completo must no ya solo de la
ficción científica futurista sino de la cultura universal con notable
influencia en el estilismo, el diseño, la arquitectura, la ingeniería, la
manera de plantear un futuro pesimista, etc. etc., etc (en fin, cosas que se
han dicho en cientos y cientos de artículos periodísticos). La secuela estaba
claro que no iba a llegar ni por asomo al nivel de obra original, pero ha
resultado una excelente cinta que puede que genere división de opiniones entre
los fans de BR pero que cumple las mejores expectativas sobre todo el aspecto
técnico y artístico gracias precisamente al esfuerzo de homenaje y fidelidad
que hemos comentado antes y aunque el sustrato filosófico que tanto sigue
fascinando incluso hasta hoy del BR original aquí no luzca tanto. Un excelente
trabajo de Denis Villeneuve que con este filme ya puede lucir orgulloso galones
de gran director.
Ahora estamos en 2049, 30 años después de los
acontecimientos de BR de Ridley Scott. La Tyrrell Corporation
ya no existen ni tampoco los replicantes Nexus 6, pero Los Angeles sigue siendo
esa megalópolis superpoblada, decadente, tóxica y contaminada en donde los anuncios publicitarios- ahora
holográficos y virtuales- dominan el
paisaje urbano. No obstante, una empresa de inteligencia artificial llamada
Wallace Corporation, que se hizo con los restos de la Tyrrell, creó tiempo atrás
los Nexus 8, unos replicantes de vida ilimitada diseñados para trabajar como
esclavos que al igual que los Nexus 6 se han salido de su cometido. Un policía
Blade Runner de nombre K (Ryan Gosling), en realidad otro replicante consciente
de ello, es el encargado de retirarlos. Un asombroso descubrimiento pondrá a K
en una tesitura existencial extrema similar a la que vivió Rick Deckard
(Harrison Ford) años atrás y precisamente será el encontrar a un desaparecido
Deckard lo que puede aclarar muchas de las inquietantes dudas que se le
plantean a K (y a la humanidad) en este caso. La historia se sigue con un
interés muy similar al de la primera cinta (aunque con más altibajos) y se nota
bastante que está trabajada al más mínimo detalle con el fin de no traicionar
al universo BR. conservando en todo momento ese homenaje a la serie negra del
filme original y tratando de adaptar los avances tecnológicos actuales y
posibles futuros al porvenir distópico imaginado hace 35 años -incluyendo la
tecnología de comunicación y la virtual,
encarnada por el interesante personaje de Joi (la hispanocubana Ana de Armas),
una mujer holográfica compañera sentimental de K - , aunque una innecesaria
voluntad por explicar determinados asuntos de la trama en lugar de la sutiles
sugerencias que se estilaban primer filme resulte un poco cargante e
improcedente. También están de más momentos como la aparición de Rachael (Sean
Young, recreada digitalmente con su imagen del filme de 1982), pero sin que la
consistencia de la película se malogre.
La excelente fotografía de Roger Deakins sigue los
pasos de la Jordan Cronenwerth,
pero con el valor añadido de que en todo momento huye de la imitación y busca
un status propio y original, que lo logra con tonos inquietantemente ocre y
pardos en las escenas de una desahuciada Las Vegas y una iluminación
extrañamente tenue en otros momentos, más cercana a los usos digitales del
siglo XXI que a los claroscuros que homenajeaban al cine noir. También se ha
conseguido una puesta al día en decorados, predominando una atmosfera eco-New
Age en estancias donde la madera predomina y en (artificiales) paisajes
vegetales, y el mensaje existencial sobre el ansia de vivir, la relación del
ser humano con la creación artificial, y la humanidad en un futuro poco
halagüeño se mantiene, quizás demasiado poco cambiante y por ello repetitivo
aunque ahora se añade un tono más definitivo que al final no se resuelve. Así,
con algún cabo de la trama con potencial que no consigue desarrollarse compensado
con interesantes giros de guión y el impagable regreso de un entonado Ford con
una perfecta réplica por parte de un esforzado Ryan Gosling, Blade Runner 2049 consigue convencer y a
buen seguro entusiasmará a muchos. No decepciona en absoluto la nueva galería
de personaje que además de los citados incluye a la teniente de policía Joshi
(Robin Wright), el fornido replicante granjero Sapper Morton (Dave Bautista),
la implantadora de sueños Ana Stelline (Carla Juri), la intrigante prostituta
artificial Mariette (Mackenzie Davies), la aguerrida replicante Luv -la Roy Batty de este filme-
(Sylvia Hoeks), el codicioso empresario ciego creador de vida artificial
Wallace (Jared Leto) y el regreso de Gaff (Edward James Olmos) . Se echa en
falta eso si la música de Vangelis, sustituido por otros dos grandes, Hans
Zimmer y Benjamis Wallfisch que calcan tal vez demasiado el sonido de
sintetizador de alto voltaje ochentero del griego así como sus motivos
musicales (el hermoso tema Tears in rain
es la única creación de Vangelis de la primer película que oímos en este filme).
Pero en conclusión, ha salido bien casi todo dentro de una empresa muy
ambiciosa y un clásico inmortal del séptimo arte como Blade Runner tiene una
digna continuación, en tono menor como no podía ser de otra manera, pero digna
y excelente al fin y al cabo. Muchas gracias a
Denis Villeneuve seguir haciendo que todos estos momentos no se pierdan,
como lágrimas en la lluvia.
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